Mediaset decidía la semana pasada cambiar su estrategia y contraprogramar 'En el nombre de Rocío' ante un titán de las paupérrimas audiencias de La 1, como es 'Masterchef Celebrity'. El objetivo no era otro que salvaguardar uno de sus programas estrella para futuras ediciones, 'Got Talent', para una noche con menor competencia, los martes, contra 'Hermanos' en Antena 3.
Los titulares no se hicieron esperar, ya que la docuserie de Rocío Carrasco, ya emitida en mitele PLUS antes que en Telecinco en abierto y comentada capítulo por capítulo en toda su programación en directo salvo en el Telediario, no lideraba pese a haber rebajado la alegría con la que 'Hermanos' se pasea noche tras noche y llevar a 'Masterchef Celebrity' a uno de sus peores registros históricos.
Pero las hienas están al acecho, incluso las propias de la cadena principal de Mediaset, aquellos negacionistas de Rocío Carrasco y su verdad, la verdad absoluta en la práctica mayoría de asuntos que ha podido demostrar al milímetro, en un ejercicio casi insano por tener que demostrar que no solo su historia es la verídica, sino que toda la profesión y, por ende, muchos de los programas de Mediaset, han vivido de una mentira alimentada por el mal y el odio, que se sigue esparciendo por los platós sin contemplación y a pesar de que el claro declive de Telecinco vino dado tras ese 'Rocío, contar la verdad para seguir vida', que no solo tuvo una repercusión social sin precedentes, sino que hizo que la audiencia diese la espalda a una cadena que se devoraba a sí misma al apostar por la verdad de Rocío Carrasco alimentando a su vez a los que durante más de dos décadas habían contado una historia que incluso llevó a su protagonista a querer quitarse la vida.
Lo hemos visto esta misma mañana de miércoles cuando, sin miramientos, en 'El programa de Ana Rosa', un Pepe del Real totalmente desinformado atribuía palabras a la propia Rocío Carrasco que jamás ha dicho, teniendo que intervenir incluso el presentador, Joaquín Prat, que en no pocas ocasiones se ha mostrado ambiguo en este tema pese a que lo que se estaba vertiendo desde ese plató eran mentiras sin escrúpulos, volviendo a intentar derribar la fortaleza con la que Rocío Carrasco ha vuelto a mostrar que ya no tiene miedo a nada ni a nadie. Sin embargo, cansa que por esos programas ahora de capa caída, como prácticamente toda la televisión lineal, pasen decenas de pseudo-personajes que, sin demostrar absolutamente nada de lo que dicen, se les jalea y eleva a figuras públicas relevantes, mientras que una "gran comunicadora" de la talla de Rocío Carrasco, como bien ha dicho su compañero de 'Lazos de sangre', el presentador y escritor Boris Izaguirre, tiene que medir todo lo que dice y demostrar punto por punto en un ejercicio de violencia inaudito en la televisión en España al que, al menos yo por edad, jamás había asistido.