Opinión

Odio a personas de otro origen

Un español en Alemania (129)

Jose Mateos Mariscal | Lunes 15 de noviembre de 2021
La excanciller Merkel corroboró que existe una motivación «ultraderechista», «racista» y de «odio a personas de otro origen».

«El racismo es veneno. El odio es un veneno que existe en nuestra sociedad y que es culpable de muchos crímenes», advirtió Merkel. En Alemania se han sucedido atentados xenófobos en los últimos años mientras arraiga en un sector de la población el discurso de rechazo a los extranjeros. En España no parece existir un fanatismo violento comparable al alemán, pero sí hay expresiones y manifestaciones racistas, algunas de ellas respaldadas por fuerzas parlamentarias. Por prudencia, y con el mayor respeto a la libertad de expresión, hay que prevenir y perseguir con rigor los delitos de odio, que pueden ser antesala de inaceptables y dramáticas situaciones, como lo que sucede en el corazón de Europa.

Qué fue de aquellos jóvenes que llegaron a Alemania

El clima de acogida tampoco era muy prometedor en Alemania. Hoy, que muchos jóvenes españoles son emigrantes y se habla de fuga de celebros, nos preguntamos sobre qué fue de aquellos jóvenes que llegaron a Alemania en busca de un futuro mejor.

Sara Rodríguez Martín lleva 18 años en Alemania, de los cuales ha vivido en distintas ciudades (Wuppertal, Colonia). Emigró a Alemania desde España. Primero lo hizo su madre y solo un año después, ella emprendió el mismo camino. Su primer destino fue Alemania. Lo hizo con su padrastro en un vuelo con escala para reunirse con su madre, quien había llegado a territorio suizo desde España, para conseguir un trabajo, hacía alrededor de un año antes que Sara. Su travesía estuvo motivada por la imposibilidad de conseguir papeles en Suiza. Fue un viaje largo de España a Suiza y despues de meses a Alemania, en bus, entre mantas y comida en tuppers. Con el tiempo aprendió que la iniciativa de su madre para emigrar no era un capricho, sino que partía de la más absoluta necesidad e incomprensión de quienes la rodeaban: por un lado, la falta de apoyo familiar y social para la crianza y por otro, los problemas económicos y sociales que atravesaba España, desahucio tras desahucio.

Nuestros tres protagonistas llegaron a Alemania desde nuestro país, España, para reencontrarse con sus familias siendo unos niños.

Leandro Mateos tenía solo ocho años. Viajó desde España con su hermana de doce años, Yhasmin Mateos: “Fue una decisión de mis padres. Ellos pagaron a una azafata para que nos acompañara en todo el camino hacia Alemania, porque no era un vuelo directo. Teníamos que hacer escalas en Holanda, en total fueron unas 8 horas de vuelo, comenta. Entre la integración y el desarraigo: quién eres cuando no eres de aquí ni de allá. Mudanzas, nuevas ciudades, encuentros y despedidas con amigos y familiares han marcado la vida de Sara Rodríguez: “Cuando eres una migrante en situación irregular como fuimos durante muchos años nosotros tienes que recurrir a mucha creatividad para no quedarte sin trabajo y oportunidades”.

Hoy Sara Rodríguez es fotógrafa, feminista y activista por los derechos humanos. No obstante, la inestabilidad que vivió en su infancia y adolescencia, hizo de ella una persona un poco insegura, que sentía lo efímero constantemente y que trataba de encajar allí donde fuera rehusando de sus rasgos de española.

Admite que sus experiencias han hecho que su identidad sea una especie de híbrido entre lo de aquí y lo de allá. A diferencia de Leandro Mateos, que pese a lo malo “volvería a emigrar”, Yhasmin Mateos cree que lo positivo supera lo negativo… pero Sara Rodríguez no lo tiene tan claro.

“Navego en contradicciones por mi identidad híbrida y por el miedo también de que mi futuro sea incierto en Alemania, como lo fue en España. Pienso también en migrar a otros lugares, pero considero que siempre está esa sensación de vacío por la nada en el país de destino: volver a empezar”.

De los bulos sobre inmigrantes a la xenofobia

Desgraciadamente, no son pocos los comentarios xenófobos en Alemania que desde la llegada al país germano, nuestros protagonistas han escuchado “nos quitan el trabajo”, “el número de inmigrantes es excesivo, son unos vagos y viven de las ayudas sociales, no respetan las costumbres de Alemania” o “incrementan la violencia marchista”.

Para Leandro Mateos otro de los bulos recurrentes que siempre le ha llamado la atención es la acusación infundada de que los inmigrantes colapsan los centros de salud en Alemania: “Si te pones a analizar en general a los migrantes que vivimos en Alemania se puede ver cómo la mayoría somos jóvenes, no somos gente mayor que necesite excesivos cuidados”. Para Sara Rodríguez, muchos de estas mentiras son ridículas. Pone su atención en aquella que señala que las personas inmigrantes reciben más ayudas que las personas alemanas y que viven de éstas, negándose a trabajar.

Este bulo recoge todos los clichés de la inmigración española en Alemania. Asume que sólo por ser migrante tienes derecho a estar en este país para que aportes algo o produzcas. Huelga decir que es una visión muy neoliberal de las migraciones. La cual es cimentada por la ley de extranjería, por otra parte. Redunda bastante en la emoción del miedo y la desconfianza hacia el otro: esos vagos que viven a costa nuestra. Además, este bulo que se apoya siempre en casos subjetivos desde el “yo conozco un vecino que”, o “una amiga que”, cuenta.

No obstante, a diferencia de otros países europeos, esta xenofobia no parece triunfar como discurso político y se encuentra, por el contrario, con una fuerte resistencia. Pese a ello, hay ciertos bulos que se repiten año tras año y alimentan ese fenómeno que hoy conocemos como postverdad. En plena era de las redes sociales, el tema preocupa dado su novedad y su creciente repercusión en la opinión pública.

En consonancia con lo que ella explica, las cifras desmienten esa creencia xenófoba. Por ejemplo, según los datos de las ayudadas autonómicas al alquiler de viviendas, entre 2019 y 2020, solo el 30% de las personas beneficiadas eran extranjeros. Aún en el caso de que existan comunidades en Alemania donde esa cifra pudiera ser más alta, cuál es el problema. Los criterios para establecer ese tipo de ayudas se justifican en la objetividad y no debería sorprender el hecho de que hay personas inmigrantes que tienen unas condiciones socioeconómicas más bajas en comparación con personas nacidas en el país germano. Sin embargo, para la turba racista es mucho más fácil señalar al otro como problema y culpabilizarlo que poner la atención en los recortes en sanidad, educación y servicios sociales que el Gobierno alemán ha realizado en los últimos años. Como española, Sara también ha tenido que hacer frente a una infinidad de estereotipos que aludían a la narcocultura: Recuerdo que en un colegio de Wupperttal me llamaban cocainómana sólo por ser española y me encerraban en el baño, golpeando las puertas y al grito de rata inmigrante. Fueron años complicados en donde volvía a casa llena de golpes por las piedras que me tiraban a la salida. Le expresaba a los profesores sobre lo ocurrido y no creían que era por yo ser migrante, sino porque era juegos de niños.

Leandro Mateos también comenta que esa xenofobia ya fue evidente desde la niñez, cuando sus compañeros de clase se referían a él como “marrano”, “feo” o “raro”. No obstante, este tipo de comentarios (y otros más desagradables) empezaron a afectarle a la llegada de la adolescencia: “Me sentía muy solo muchas veces. Con el paso del tiempo, adquirí una actitud más pasiva, decía a todo que sí y acabé siendo muy poco yo. En lo que respecta a Yhasmin Mateos, no se muerde la lengua y cataloga de deshumanizadoras las políticas del vicepresidente alemán ante la crisis humanitaria de las personas refugiadas: cómo es que no hemos sabido verlo antes. Está siendo la izquierda un foco de acción, o más bien, de inacción, para que estos movimiento y políticas se aviven, reflexiona.

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