Opinión

Diez años del final de una pesadilla

José Luis Úriz Iglesias | Martes 12 de octubre de 2021
El próximo 17 de octubre, casualmente día de mi cumpleaños, se cumple 10 años, número redondo, de la celebración en 2011 de la que se denominó “Conferencia Internacional de Paz de San Sebastián”.

Se desarrolló en el bello palacio de Aiete en Donostia y al igual que antes y después tuve la ocasión de estar y apoyarla.

En aquel instante tuve la sensación de estar viviendo un momento histórico, que lamentablemente con el tiempo se ha ido borrando de la memoria colectiva de nuestra sociedad, al menos la del estado, pero no de la mía ni de la de quienes estuvimos codo con codo impulsándola.

Allí diferentes agentes sociales, sindicatos desde UGT y CC.OO. a LAB y ELA, partidos, los miembros del Foro Social Permanente herederos del trabajo realizado por Elkarri y Lokarri, diseñamos y construimos lo que algunos denominamos “pista de aterrizaje para la paz”.

El premio Nobel de la Paz y ex secretario General de la ONU, Kofi Annan, el dirigente del Sinn Féin, Gerry Adams, Bertie Ahern, ex primer ministro de la República de Irlanda, Jonathan Powell ex jefe de gabinete de Tony Blair, o Pierre Joxe del PSF, elaboraron y expusieron a la comunidad internacional sus propuestas para que esa paz fuera posible.

Convendría recordar después de 10 años lo que allí señalaron y que visto desde la perspectiva actual nos indican todo lo que se ha avanzado:

“Hemos venido con buena fe y con la esperanza de poder ofrecer ideas, desde nuestra propia experiencia resolviendo largos conflictos que afligieron a nuestras propias sociedades y pueblos, así como de otros que ayudamos a resolver.

Sabemos desde nuestra propia experiencia que lograr terminar con una situación de violencia y conflicto, y lograr una paz duradera nunca es fácil.

Se requiere valentía, voluntad de tomar riesgos, compromisos profundos, generosidad y visión de hombre de estado. La paz viene cuando el poder de la reconciliación pesa más que los hábitos del odio; cuando la posibilidad del presente y del futuro es infinitamente mejor que la amargura del pasado.

Sabemos también de nuestra propia experiencia que cuando hay una verdadera oportunidad para alcanzar la paz debe ser aprovechada.

La creciente exigencia de la ciudadanía de este país y sus representantes políticos para superar el conflicto mediante el diálogo, la democracia y la completa no violencia, ha creado esta oportunidad”.

Sobre la base de esto creemos que es posible terminar hoy con más de cincuenta años de violencia y alcanzar una paz justa y duradera”.

En su punto primero indicaban el camino a seguir por ETA; “llamamos a ETA a hacer una declaración pública de cese definitivo de la actividad armada, y solicitar diálogo con los gobiernos de España y Francia para tratar exclusivamente las consecuencias del conflicto”.

Tres días después, el 20 de octubre, ETA respondía con una declaración pública informando del cese definitivo de su lucha armada, de su violencia estéril y cruel, que dio pie posteriormente a su desarme y desaparición, en otro acto en Cambó igualmente propiciado por el Foro Social Permanente.

Se abría un nuevo camino a la esperanza que aún necesitaba de nuevos esfuerzos y trabajo. En estos 10 años mucho se ha avanzado, aunque aún nos quede mucho que caminar hasta llegar a una paz justa y duradera, que evite que los errores cometidos y el horror perpetrado en esos 50 años, se pudieran volver a repetir y quizás lo más difícil, conseguir consensuar un relato objetivo, honesto de lo ocurrido.

Quizás aquel acto histórico de gran importancia, no se supo apreciar suficientemente por la sociedad del resto del estado, en pleno tránsito entre el final de la etapa como presidente del gobierno, de José Luis Rodríguez Zapatero sin cuyo apoyo no se podría haber realizado y una nueva protagonizada por Mariano Rajoy.

Ese era el momento de hacerlo no existía otro, pero no fue el más adecuado tal y como se comprobó posteriormente, ya que la victoria absoluta de éste apenas un mes después, el 20 de noviembre, arrasó con el puente construido en aquel acto y trajo como consecuencia que no tuviera el reconocimiento que merecía.

Puede ser que algún día la historia haga justicia y el Premio Nóbel de la Paz tan merecido, se conceda como reconocimiento a quienes fueron capaces de hacerlo, desde el propio Zapatero a los allí presentes, o gentes que durante muchos años de una manera discreta crearon los cimientos.

Entre otros, no muchos, Enrique Curiel, Paul Ríos, Jesús Eguiguren, Ernest Lluch, Patxi Zabaleta, Agus Hernán, o Arnaldo Otegi aunque suscite tanto rechazo en el resto del estado, deben estar en esa memoria colectiva de reconocimiento a su esfuerzo y su generosidad.

Aún queda mucho por hacer y desde el Foro Social plural y diverso, se impulsan constantes iniciativas para conseguir una convivencia democrática. Desde estas líneas mi apoyo incondicional.

Ojalá un día esta parte de la historia se muestre, se enseñe en colegios y Universidades, sería la mejor a portación para consolidar la reconciliación.

Que nunca olvidemos ese 17 de octubre de 2011, lo que en Aiete sucedió, que junto al 20 del mismo mes pueden considerarse ya la noticia más importante de nuestra reciente historia. El final del error y del horror.

Veremos...

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