Muchos autores están coincidiendo en que el posible gran error de los occidentales es que sus analistas debieron tener en cuenta que estamos antes dos distintos liderazgos culturales, y absolutamente excluyentes uno del otro. Tal es así que llevan enfrentándose, tratando de extinguir uno al otro, desde el nacimiento del segundo –va para casi 1.400 años- el que ahora parece muy viejo y que sin embargo es el más joven, el Islam. El que dicen seguir y defender los Talibán.
Esto anterior es así porque en el año 622 D.C. Muhammad huyó a Medina, y desde su vuelta a su ciudad natal, La Meca, se inició una revolución religiosa que dio lugar a lo que hoy llamamos, Islam. Es cierto que no fue el propio Muhammad el que escribió el Corán, como se cree, sino recopilado y editado como libro, ya por el cuarto Califa, y ya Suní, con sede en Damasco, Omar. Pero también es cierto que aproximadamente en el 732 D.C. Carlos Martel, líder de los Francos, los paró en la batalla de Poitiers, en casi el corazón de la Francia actual. En menos de cien años se apoderaron de medio mundo conocido. La lucha entre el Oriente, allí y hoy representado por el Islam, y el Occidente, nacido en la actual Grecia con Aristóteles, y seguido en Roma por Cicerón y Séneca, hoy representado por los EEUU y la UE, había comenzado. Esto último que se ha dado en Afganistán, respecto a los enfrentamientos de los Liderazgos Culturales, como comprenderán, es una batallita de las de patio de colegio.
En este caso lo principal es que se ha dado una lucha –que siempre es a muerte, porque o triunfa uno, o el otro, no caben misturas- otra vez más, entre el liderazgo cultural del Islam, y el liderazgo cultural de la filosofía Occidental y el Derecho Romano, así como el ejercicio político con criterios racionales. Presentado así solo podía haber un ganador, era cuestión de tiempo. Ya conocemos que el ganador siempre es el que anida en el corazón y la mente de las personas que están en lucha. Aquél que consideran el único verdadero. Todos sabemos para ellos cuál es.
También sabemos que es el conflicto el que nos enseña casi todo. Cuando realmente sufrimos, y estamos ante decisiones a vida o muerte, es cuando sale lo que de verdad hay en nosotros. Y aparece lo que hay en el fondo, tanto de nuestro inconsciente como del consciente. Lo hemos visto en la práctica, los Talibán morían con una sonrisa y luchaban hasta la muerte o la victoria, y los soldados que dice haber instruido Occidente ¿Por qué luchaban? ¿Por su Dios? – Es obvio que no, incluso crían la gran mayoría que su dios estaba enfrente. ¿Iban a luchar y morir con una sonrisa creyendo que luchaban por lo justo defendiendo a una democracia y unas ideas de las que les hablaron ayer por la mañana? ¿Cuándo su verdadera creencia es el sagrado Islam?
¿Tanto cuesta entender que sería como pedirle a los Siux que luchasen por el cristianismo contra su espíritu Wakan, y la sabiduría del hombre brujo? A esta pregunta respondió hace unos días un político afgano: “Llevo 4.000 años siendo Pastún, y 1.400 siendo Mahometano, ¿Cómo voy a luchar por una democracia que solo conozco los últimos veinte años?”.
En realidad, ya conocemos la respuesta, solo que quizá queremos mirar para otro lado. Ya sabemos cómo se cambia de Liderazgo cultural una población. Se ha hecho muchas veces en la historia y siempre con éxito. Lo hizo muy bien Roma, lo hicimos el imperio Español, el Británico, el Portugués, el Francés… Lo hizo sin tapujos EEUU en el oeste Americano, con triunfo absoluto, solo que ahora ya nadie estamos de acuerdo con aquellos métodos. Y además ellos, los Talibán, lo saben.
La única forma de cambiar un Liderazgo cultural es tomar férreamente el poder y educar a los niños, sin fisura alguna, en las nuevas ideas. Dejar que pase el tiempo, y puede que a la quinta o sexta generación ya solo queden rescoldos de la antigua, que, como se dice en Física, “No constituya la masa crítica para generar un nuevo liderazgo”. Porque las viejas ideas siguen siempre, la añoranza también, e incluso, siempre se magnifica el pasado y se olvidan sus errores y fracasos. ¿Alguien cree que si hoy, repito, hoy, en 2.021, si se les dejase, no habría Aztecas que propusieran, de nuevo, subir a las viejas pirámides y sacar el corazón con cuchillos de piedra a los que ellos declarasen enemigos, y verter su sangre sobre las masas, con el pretexto que fuese? Denles espacio y un poco tiempo… Y verán.
Un liderazgo cultural solo se cambia después de cientos de años y con educación permanente sobre todos y cada uno de los alumnos de ese colectivo. Y si cualquier líder, como han hecho estos, apela a esas viejas creencias y dispone de una mínima masa crítica… Siempre triunfarán porque se querrá volver a ese evocador pasado.
Ahhh, perdón, ¿No hicieron eso, apelar al sagrado Islam, los americanos para derrotar al poderosísimo imperio Soviético? ¿No se rieron a carcajadas, y se regocijaron cuando le vieron perder? Ahh, ¿Y que creían, que a ellos no les iba a pasar?