El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ya comentábamos la semana pasada que eran tiempos de cambio en el PSOE, y apenas unos días después los acontecimientos se han precipitado con la dimisión de Rafael Simancas y la creación de una gestora presidida por la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, y en la que también figura el alcalde de Villalba, José Pablo González. Como no podía ser de otra forma, de inmediato han empezado a sonar candidatos a sustituir al ex líder del PSM: Javier Solana, Tomás Gómez, Pedro Castro, Adolfo Navarro, Constantino Méndez, incluso ministros como Alfredo Rubalcaba o María Teresa Fernández de la Vega o el propio ex presidente de Castilla-La Mancha José Bono. El baile de nombres va a ser incesante en las próximas semanas, hasta la celebración del congreso extraordinario del que deberá salir la nueva dirección de los socialistas madrileños. La papeleta no es fácil, máxime con el recelo con que es visto desde ciertos sectores el papel jugado por el secretario de Organización, José Blanco, y de cómo se resuelva dependerá en buena medida que se cierre la crisis o que se agraven las guerras internas que Simancas parecía haber conseguido apaciguar, aunque sólo fuera temporalmente y con la amenaza de reventar como ha ocurrido finalmente. Pero antes de nombres y más allá de los personalismos, el PSOE necesita abordar un importante proceso de renovación, refrescando sus programas y propuestas y sobre todo recuperando la capacidad de generar ilusión entre el electorado de izquierdas, perdida hace demasiado tiempo.