JULIÁN ARAGONESES
Artista
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Este joven autodidacta de San Lorenzo de El Escorial no ha soltado el pincel desde que tenía cinco años, pero hace dos que se agarró a él de una forma más profesional. Dejó su trabajo y se propuso ser alguien en esto del arte contemporáneo. Afirma no buscar el estrellato, y pretender, sólo, ganarse la vida “con algo que lleva muy, muy dentro”. Está luchando para que su obra dé el salto de las salas de los centros culturales a las galerías de Madrid. En enero, sus obras estarán expuestas en Villanueva de la Cañada.
¿Por qué has tardado tanto en dar el salto?
Con 35 años comienzas a observar la vida desde otro ángulo. Me dí cuenta de que o lo hacía en ese momento o tenía que decir adiós a mi sueño. Sabía que entonces era el momento. Soy una persona muy radical, y comprendí que había llegado la hora de apostar fuerte. En el mundo del arte, o te dedicas al 100 por 100 o te olvidas. Y no estaba por la labor de aparcar mi pasión, mi vocación.
¿Cómo definirías tu trabajo?
Estoy intentando encontrar un camino nuevo mezclando la escultura con la pintura. En España existe una tradición importante de pintura escultórica o matérica con Tapiés, Saura, Rivera. Lo de poner etiquetas en el arte del siglo XXI es casi imposible, aunque soy consciente de que es necesario para poder ubicarlo.
Sí, pero observando tu obra no sigues una línea concreta, aunque sea novedosa...
Tengo una gran facilidad para dispersarme y para hacer cosas nuevas, utilizo la madera, el plástico, el hierro, la fotografía procesada… Me encanta experimentar, por eso hago arte. Quiero romper la herencia de intentar definir a un artista en una técnica y en una tecnología. En España no hay tradición artística, falta gusto y culto en el arte contemporáneo por lo que es casi imposible encontrar tu hueco y salir adelante.
¿Para cuando el salto a las galerías de verdad?
Es algo muy difícil. Estoy intentando exponer de forma individual en Madrid. Mi trabajo está gustando, pero soy un artista nuevo, sin trayectoria y es muy difícil encontrar una galería que se arriesgue a invertir. He presentado mi trabajo en varios centros culturales, en El Escorial, en Miraflores de la Sierra, en Alpedrete y en enero lo trasladaré a Villanueva de la Cañada. Las salas de los centros culturales son maravillosas, pero lamentablemente a ellas no acuden ni los coleccionistas ni la crítica.
¿Qué sensaciones intentas trasmitir con tu obra?
No intento mostrar nada en el sentido del canon renacentista de la pintura. Mi arte es abstracto, geométrico y aséptico, no busca producir sensación agradable. Intento crear cosas que no existen, que el público no haya visto antes, pero que le sugieran. No intento dirigir al espectador, el sólo tiene que ponerse delante y sentirse libre. Es una alternativa espiritual, íntima por explicarlo de algún modo, porque el arte no se puede explicar con palabras.
¿Qué es lo que caracteriza al arte de hoy en día?
Ahora los recursos están al servicio de los artistas y no al revés. El artista ya no es un esclavo de los recursos. Ahora ya no hay que asociar arte y belleza. El arte se ha convertido en una manera de llenar el vacío espiritual que vive la sociedad de hoy en día. Pero el gran problema del arte actual es la falta de formación, por eso no se aprecia todo lo que se debiera.