Opinión

Empezar de cero como prostituta en Alemania

Un español en Alemania (108)

Jose Mateos Mariscal | Domingo 20 de junio de 2021
Lo dice la antropóloga feminista Laura Agustín, autora de numerosos ensayos y libros sobre migración, trata y trabajo sexual. Su mirada acerca de la complejidad de estos temas.

Agustín creó el término “industria del rescate” para hablar de cómo la categoría de trata sexual se expandió en los últimos años y esto amplió el poder de policía del Estado en distintos lugares del mundo, perjudicando a las trabajadoras sexuales. Uno no puede meterse en la mente de otras personas migrantes por mucho que lo pretenda. Decir “sé cómo te sientes” a una prostituta suele ser un acto banal y vanidoso, en el que simplemente recurrimos a alguna experiencia negativa en nuestra propia experiencia laboral para intentar encontrar alguna relación. Por eso resultan tan interesantes los testimonios en primera persona que nos ayudan a comprender qué ocurre dentro de la mente de las mujeres migrantes que ofrecen sus servicios sexuales.

Empezar de cero en Alemania, vivir en una ciudad donde nadie sepa quién eres. Hace poco más de cinco meses, Mercedes –nombre ficticio-, española de Málaga, no tenía trabajo. Desahucio tras desahucio, decidió establecerse en Wuppertal para intentar, una vez más, salir de la prostitución. “Cuando vine por primera vez me pareció hermoso y me dije: aquí voy a empezar una nueva vida”, me cuenta. Buscó trabajo, empapeló la ciudad de currículums, pero el tiempo pasaba y la oportunidad no acababa de llegar. Otro idioma, otra cultura, muy difícil la integración: “Una persona me prometió que me iba ayudar, pero cuando se enteró de que era prostituta me dijo que aunque para él yo seguía siendo la misma persona agradable, para el trabajo ya no podía ayudarme porque si se enteraban se iba a armar un escándalo, que no lo iban a entender”, recuerda. Y le tocó, como ella misma dice, con la resignación del desengaño, “volver a lo mismo”. Una vez más.

Mercedes, que actualmente tiene 32 años, trabajó durante tres años como prostituta en España poco después de cumplir 20. Puede ser que no represente la experiencia de todas las prostitutas, pero merece la pena leer al completo su relato, sobre todo si, como ocurre con tantos migrantes, se es uno de esos clientes que consideran que al contratar los servicios de una prostituta le están haciendo un favor…

Estimado Súper Hombre,

Si piensas que alguna vez me he sentido atraída por ti, estás terriblemente equivocado. Nunca he deseado ir a trabajar, ni siquiera una vez. Lo único en mi mente era hacer dinero, y rápido puesto que soy migrante en un país extranjero.
Que no se confunda con el dinero fácil; nunca fue fácil. Rápido, sí. Porque rápidamente aprendí los muchos trucos para conseguir que te corras pronto para poder sacarte de mí, o de debajo de mí, o de detrás de mí. No, no, nunca me excitaste durante el acto. Era una gran actriz. Durante años he tenido la oportunidad de practicar gratis. De hecho, entra en la categoría de multitarea. Porque mientras tú te tumbas ahí, mi cabeza estaba siempre en otra parte. En algún sitio donde no tuviese que enfrentarme contigo acabando con mi respeto hacia mí misma, ni pasar unos segundos pensando en lo que ocurría, o mirándote a los ojos.
Si pensabas que me estabas haciendo un favor por pagarme por 30 minutos o una hora, te equivocas. Preferiría que hubieses salido y entrado tan rápido como pudieses. Cuando pensabas que eras mi príncipe azul, preguntándome qué hacía una chica como yo en un sitio como ese, perdías tu halo cuando pasabas a pedirme que me tumbase y centrabas todos tus esfuerzos en sentir mi cuerpo todo lo que pudieses con tus manos. De hecho, hubiese preferido si te hubieses tumbado de espaldas y me hubieses dejado hacer mi trabajo.

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