“Menudo revolcón se ha llevado el PP”, me dice Lobo Cojo, todavía con los ojos como platos. “En esta solitaria y cada vez menos cuidada rotonda (quién me iba a decir que echaría de menos los floridos cuidados de JP) he recibido la visita de alguno de los amigos que a este viejo lobo todavía le quedan (de los otros ya les contaré, ya…que el asunto tendrá chupe como las costillitas de cordero).
Desde una de las tertulias que se montan a diario en Villalba pueblo me vino a visitar una de las viejas glorias que por allí todavía campan y el asunto está que arde. El partido de la alcaldesa (PP) ha pasado en las elecciones generales de 10.700 votos en el año 2016 a 5.200 votos este domingo, y eso que ni Mariano Rajoy ni Pablo Casado habían llenado todo de contenedores feos, como me apuntaba, jocoso, mi viejo amigo. En el Ayuntamiento hay concejales que ya van recogiendo papeles y fotos de la familia porque ven todo muy negro, o mejor dicho, más bien naranja. Y no es para menos viendo que el PSOE ha pasado de cuarta fuerza a primera, mientras que los peperos hacen el camino inverso: de primero a cuarto. No digo yo que en las municipales se vaya a repetir el resultado, pero las tendencias es lo que tienen: querencia como las vacas bravas. Si te pones en su camino te acaban empitonando.
Parece que los socialistas villalbinos van terminando de pagar las facturas electorales que dejó el triste (y despilfarrador) legado de JP, y esto, unido a la todavía más triste (por austera) gestión de la doctora Vargas va conformando una posible victoria en votos del PSOE o como mucho, de Ciudadanos. Lo que parece claro es que, como en el ciclismo, en los primeros repechos del puerto de categoría especial, los que están en forma se escapan del pelotón y la alcaldía se va a disputar entre PSOE y C´s.
Ya me lo decía mi madre: ¡antes muerta que sencilla! Si tienes la posibilidad de gobernar tienes que darle alguna alegría al personal, no dejar la ciudad llena de baches, sucia, todo peor mantenido que hace cuatro años y correr en los últimos dos meses para asfaltar algunas calles, que esa táctica es más antigua que la orilla del mar. Y como ejemplo de nefasta gestión de comunicación, el lío (tirando a cachondeo) que se han traído con la remodelación del pabellón Quique Blás, remodelación de la cual hemos oído hablar y hemos leído mucho en los medios “amiguísimos”, pero la primera piedra ¿quién la pondrá? ¿y cuándo? Ay Señor, qué tropa.