Opinión

Mariano, el relojero de Pechina

Por Joaquín Abad

El Faro | Sábado 18 de agosto de 2018

No era famoso, no era ambicioso. No era creído, ni egoísta. Cuando lo necesitabas allí estaba, como un ángel de la guardia llenándote la piscina, la balsa o ayudándote en las labores de la finca. El sábado pasado se despidió en la iglesia parroquial de Pechina. Aparte de su mujer y sus hijos, montones de vecinos acudieron a la ceremonia donde se les dice adiós a los que quieres, a los que estimas, a los que echarás de menos en el futuro. Porque a Mariano, el relojero de Pechina, se le echará mucho de menos. Para mí era, aparte de amigo, el ángel que aparecía por El Moreal cuando lo necesitaba. Ni siquiera tenía que llamarlo. Siempre estaba cerca para acompañarme en los años de plomo. Nos sentábamos en la pérgola y comentábamos los sinsabores que a veces te flagelan sin que lo merezcas.

No, Mariano no era un político por los que muchos babean unas palmaditas. Era lo que sigue siendo donde está, pequeño, fuerte, constante, amigo de sus amigos y que solo vivía, trabajaba, para beneficio de su familia. Aparecía en su ciclomotor cuando lo necesitabas y se marchaba en silencio cuando era la hora. El viernes, de madrugada le llegó esa hora y solo espero que siga ayudando desde donde esté. Porque eso fue lo que hizo toda la vida. Ayudarnos. Acompañarnos., podar nuestros árboles. Plantar nuevas cepas. Estaba cuando lo necesitabas y desaparecía cuando era necesario.

Se merece algo más que una misa aburrida dónde un sacerdote relee mecánicamente, algunos pasajes públicos y dice siempre lo mismo, sin énfasis, sin recordar los buenos momentos de Mariano, que tenía muchos. Hace tiempo, muchísimos años que no entraba en un templo católico. Ahora siento por qué cada vez la Iglesia tiene menos fieles. Cuando hay que despedir a un amigo, no basta abrir la puerta del templo para que las familias y amigos estén juntos. Falta algo, quizá eso que los evangelistas y otras sectas sí ofrecen. Calor, cercanía y sobre todo hablarle al que se ha marchado para que se recuerde siempre que su pasado por la tierra sirvió, como me sirvió a mí y como sirvió a muchos que seguro que ahora están tristes porque la motillo de Mariano ya no aparecerá cuando la necesites.