El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tras la campaña electoral que hoy toca a su fin y la tradicional jornada de reflexión, el domingo llega el día que da sentido a este carrusel de mítines, promesas, reuniones y actos con distintos colectivos: la cita con las urnas. La sensación de cansancio que a veces se detecta en la ciudadanía no debe ser óbice para hacer hincapié en la importancia de las votaciones, en las que en esta ocasión elegiremos a nuestros representantes municipales y autonómicos. En definitiva, a quienes gobernarán los ayuntamientos y la Comunidad de Madrid durante los próximos cuatro años, y también a quienes estarán en la oposición, cuya labor resulta igualmente fundamental para el funcionamiento democrático de las instituciones.
El mensaje es el de siempre, pero no por ello pierde fuerza: cada voto es importante, y en ocasiones incluso decisivo para otorgar un concejal a una determinada fuerza política y de esa manera cambiar el equilibrio electoral y la posterior formación de gobiernos. Los votos, de manera anónima, suponen el mayor ejercicio democrático que podemos hacer, y por eso conviene acudir a los colegios electorales con responsabilidad y no para cumplir un mero trámite. En un tiempo en el que hablamos cada vez más de la necesidad de aumentar la participación, el domingo es la mejor oportunidad para reivindicar ese derecho. Premiar a unos, castigar a otros, optar por mayorías contundentes, otras que den lugar a pactos, respaldar a los grandes partidos o a los minoritarios... Cualquier opción es válida en el sentido de que la decisión es única y corresponde exclusivamente a cada elector.
La sombra de la crispación o la posibilidad (seguridad, más bien) de que estas elecciones se van a convertir en muchos casos en unas primarias de cara a las generales que se celebrarán en un año no debe hacernos perder la perspectiva de que votamos para las municipales y autonómicas, que en una sociedad descentralizada como la nuestra tienen un peso decisivo en el devenir de nuestra vida diaria. Y para terminar, una última reflexión tomando como referencia el reciente ejemplo de Francia, donde se alcanzó una histórica participación que en un mundo globalizado sería deseable que también se reprodujera en nuestras localidades este esperado 27 de mayo.