El Faro | Jueves 04 de mayo de 2017
No es la primera vez; imaginémonos que sea la última. No existe ninguna justificación del vándalo ni de sus acciones, propias de quien deprecia a todos, lo de todos y por supuesto a sí mismo.
Un banco del Parque de Peralejo destrozado, un vertido de listones caídos y hierros doblados. Un contenedor para la recogida de pilas tirado en el suelo después de arrancar la loseta en la que estaba anclado. Un contenedor de basura rodeado d muebles viejos cuando existe en el municipio un servicio de recogida de enseres. O un camión que alguien (uno o varios, a saber) le hacen desparecer de donde estaba aparcado y un vecino lo encuentra al borde de un precipicio, colocado para caer a una cantera.
Hay fotografías de todo lo escrito. Sólo hay que mirarlas para decir con celeridad: Vándalos. Y no es un lema. Para los amantes de la barbarie se sugiere la lectura de la Ordenanza Municipal de Protección de los Bienes Públicos y Elementos Naturales Urbanísticos y Arquitectónicos del Ayuntamiento de Alpedrete.
(Página web Ayuntamiento de Alpedrete)