Una vida al filo
Por: Sebastián Álvaro (*)
El Faro | Viernes 23 de diciembre de 2016
Hace unos días Carlos Soria presentaba un libro que, en realidad, es un recorrido por sus más de 60 años de alpinismo, escrito por el prestigioso periodista Darío Rodríguez. En épocas recientes Carlos ha trascendido el cerrado mundo de la montaña para hacerse popular en toda España. Hoy se le conoce, sobre todo, porque a sus 77 años ya ha escalado 12 de las catorce montañas que superan los ocho mil metros de altitud. Y está convencido de que el próximo año escalará los dos que le faltan.
Pero detrás de Carlos hay mucha más vida bien invertida, en trabajo duro desde que era un niño, aprendiendo lo que supone esforzarse día a día en aquella España de la posguerra, haciendo alpinismo desde los 14 años, recorriendo todas las montañas españolas y buena parte de las de Europa. Carlos es un ejemplo de montañismo español de los años sesenta y setenta, cuando nuestros alpinistas apenas eran conocidos fuera de nuestras fronteras. En términos comparativos puede pensarse que aquel alpinismo, comparado con el que se estaba realizando por alpinistas internacionales en las grandes montañas del Himalaya, apenas era relevante. Pero para los españoles fue muy importante porque fueron personas como Carlos las que mantuvieron viva la llama del montañismo y sentaron las bases de un alpinismo esplendoroso que alcanzó sus mayores logros en los años 80 y 90.
Carlos formó parte de la generación de los que empezaban, apenas sin medios ni recursos, y ha terminado formando parte del grupo de los grandes himalayistas españoles. Sin duda es importante que once ochomiles los haya escalado pasados los 60, siendo un caso único de extraordinaria longevidad y que ejemplifique como pocos los valores deportivos. Pero mucho más importante de lo logrado es su ejemplo en estos últimos años. Está enseñando a todo el mundo que se puede seguir cumpliendo años y además peleando con tenacidad los sueños.
Es evidente que Carlos es una persona excepcionalmente fuerte que está desafiando, además, sus límites y al calendario. Pienso, desde la experiencia y el conocimiento de muchas expediciones sacrificadas, cuanta constancia, sacrificio y valentía son necesarios para llevar adelante un proyecto como el suyo, luchando muchos años contra todos los elementos, sin apenas apoyos y cuando, a su edad, la mayoría de personas sólo aspiran a envejecer tranquilamente y cuidar de sus nietos. Porque Carlos representa los valores esenciales que han movido a la humanidad: la lucha hasta el final manteniéndose en pie hasta el final, incluso cuando todo va mal. Veteranos así nos han procurado el mejor país en el que vivimos. Esas son las personas imprescindibles.
(*) Sebastián Álvaro es creador de ‘Al Filo de lo imposible’
Este artículo fue publicado en Diario Marca, el jueves 22 de diciembre de 2016.