Comarca

Los dos hospitales ‘malditos’ de la Sierra

Quienes los ha visitado dicen haber sentido una especie de malestar, el estómago encogido, dolor de cabeza, pisadas, gritos, pasos...

El Faro | Viernes 17 de junio de 2016

En la Sierra del Guadarrama se encuentra un gran número de hospitales abandonados, unos construidos a finales del siglo XIX y otros nada más terminar la Guerra Civil, ya que tras quedar muy dañados, tuvieron que ser totalmente reconstruidos. Lugares donde presuntamente se han registrado en los últimos años una gran cantidad de testimonios de personas que habían vivido en su interior experiencias aterradoras, extrañas sombras negras, como con hábitos, paseando por las semiderruidas habitaciones, un hombre solo con pintas de mendigo paseando, grupos de jóvenes realizando misas negras, luces que se encendían y se apagaban, ruido de arrastrar muebles, voces.

Así son la mayoría de los testimonios recogidos en cinco ubicaciones de la Sierra de Madrid que he visitado a lo largo de los años y donde alguno de ellos me han hecho vivir una mala experiencia. Y de esto puede dar fe mi buen amigo Pablo Moreira y el periodista sueco, Daniel Persson, haciéndonos una entrevista en estos ‘lugares encantados’, dice Juan Miguel Marsella Crisóstomo, presidente de la SEAMPA (Sociedad Española de amigos del Misterio y la Parapsicología), en relación con una de sus muchas visitas al Sanatorio de La Marina, sito en el municipio de Los Molinos, que abrió sus puertas en el año 1956, para tratar a los veteranos militares de distintas dolencias, sobre todo pulmonares y cardiovasculares y que llegó a contar con dos quirófanos. En sus últimos años de vida fue utilizado como residencia de ancianos, cerrando su actividad en el año 2001, tras 58 años de funcionamiento.

El edifico, debido a su abandono, empezó a deteriorarse y a partir de ahí es cuando comenzaron la leyendas, siendo muchas las personas que afirman haber vivido en este edificio en ruinas supuestos fenómenos paranormales.

Su coste: 1.797.034,67 pesetas
¿Quién le iba a decir a los apenas 1.500 los vecinos de Los Molinos que, a partir de 1949, sus calles se iban a llenar de andaluces, gallegos, murcianos o mallorquines? Y... ¿quién les hubiera dicho, además, que esas personas serían marineros?
El Consejo de Ministros celebrado el 17 de diciembre de 1943, presidido por el entonces Jefe del Estado, Francisco Franco, aprobó el decreto por el que se autorizaba la “construcción de un sanatorio de tuberculosos de la Armada en Los Molinos (Sierra de Madrid)”. Apenas dos semanas después (3 enero de 1944) se publicó en el BOE el anuncio del concurso para la construcción de este Sanatorio. A tal fin el Ayuntamiento de Los Molinos cedió al ministerio de Marina 94.375 metros de terreno a cambio de que el sanatorio dispensara atención primaria y urgencias a los vecinos de la Sierra. El 15 de julio de 1945, el Jefe del Estado aprobaba un nuevo decreto por el que se aprobada la adición de dos plantas más al proyecto inicial. La autorización de gasto ascendió a 1.797.034,67 pesetas a cargo del Presupuesto Extraordinario y pagable en varia anualidades, siendo la primera de 700.000 pesetas.

El 8 de mayo de 1947 y con las obras muy avanzadas, se publicó el anuncio de concurso público para suministro de mobiliario del hospital, quedando este adjudicado (26 de mayo) en un importe de 317.330 pesetas. A principios de 1949 se terminó la construcción y bajo la dirección del Coronel Médico, José López García, recibió los primeros pacientes en la primavera de ese mismo año. El edifico principal albergaba 177 camas y 55 habitaciones repartidas en cuatro plantas, 121 en la primera, 14 en la segunda y 15 en las plantas tercera y cuarta.

Funcionando a pleno rendimiento, el 26 de abril de 1954, se aprobó la adaptación para que la residencia de médicos fuera transformada en residencia para enfermas. Este edificio de tres plantas tenía capacidad para 25 pacientes, aumentando el total del complejo a 202 camas.

Estas instalaciones propiedad del Ministerio de Defensa han sido objeto ya de tres subastas en las que se ha ido rebajando su precio desde los 14 millones de la primera a los ocho millones de la última con la esperanza de encontrar un comprador. El edificio continua a la venta y el Ayuntamiento como responsable de su custodia y mantenimiento sigue abierto a propuestas sobre su utilización. En el año 2005 hubo un proyecto para construir viviendas y dependencias municipales, que nunca se llegó a ejecutar.

El otro sanatorio ‘fantasma’ en la comarca de Guadarrama
El diario ‘ABC ‘ publicaba ayer, viernes, un amplio reportaje bajo el título “El Sanatorio ‘fantasma’ que inspiró a Cela y Machado”, refiriéndose al Real Sanatorio de Guadarrama, ubicado en la Sierra homónima, que gozó de una gran reputación apenas fue inaugurado. Su trato a los enfermos de tuberculosis, así como su enclave, lo convirtieron en un referente europeo. Este hospital fue uno de los que se levantaron en la zona durante el siglo XX, propiciados por las condiciones del clima, y como otros, contó con un componente supersticioso. Todos ellos fueron considerados como puertas al más allá, pero la particularidad del Real Sanatorio, en cualquier caso, no tuvo que ver con su factor fantástico, Insignes escritores como Camilo José Cela y Antonio Machado encontraron en él una fuente de inspiración.

El sanatorio abrió sus puertas en 1917, envuelto en una gran expectación . Al acto acudieron los Reyes, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, y la plana mayor de la alta sociedad española. El recinto estaba llamado a construirse como uno de los mejores centros para tuberculosos de Europa, sus modernas instalaciones ayudaron a conseguirlo hasta los años 50, momento en el que fue abandonado porque los avances sanitarios de este tipo de dolencias relativizaron hasta el extremo su existencia. En sus cuatro décadas de vida útil no obstante, acogió a numerosos enfermos, ilustres y anónimos. Cela fue uno de ellos, pero también Rafael Alberti.

La repercusión en el Nobel de Literatura fue más acusada. Camilo José Cela ingresó en el Real Sanatorio en 1931, y allí dedicó su tiempo de recuperación a devorar libros. Tal fue la influencia del centro en el escritor que su segunda obra ‘Pabellón de Reposo’ estuvo inspirada en él. Sea como fuere, quien mejor inmortalizó el sentir de aquel extraño lugar, prisión en vida con sensación de libertad, fue Machado. Estos fueron sus versos contradictorios sobre el Sanatorio de Guadarrama: “Sanatorio del Alto Guadarrama, más allá de la roca cenicienta donde el chivo barbudo se encarama, mansión de noche larga y fiebre lenta, ¿guardas mullida cama, bajo seguro techo, donde reposa el huésped dolorido del labio exangüe y el angosto pecho, amplio balcón del campo favorecido? ¡Hospital de Guadarrama!”
El componente literario es lo que aporta vida y singularidad al hospital, pero también su paralelismo con lo esotérico y oculto. Como el resto de los sanatorios abandonados, los sucesos paranormales eran habituales en su interior, con gritos, presencias y sombras inexplicables. Las almas que un día perecieron, quedaron atrapadas en el recinto para siempre.

Hasta los 90, cuando fue derruido, el Real Hospital de Guadarrama se convirtió en escenario de rituales satánicos y, dada su reputación fantasmal, en un plató de cine ocasional. Se dice que en el Real Sanatorio de Guadarrama se rodó en 1970 la película ‘Noche de Wualpurgis’.