El mirador
F. Suárez
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Las amenazas de Al Qaeda permiten poner en evidencia la sinrazón que estos días domina la política española. No puede calificarse de otra manera el hecho de que, en lugar de mirar al presente y prevenir un futuro peligroso, el partido gobernante y el que aspira a hacerlo sigan enredados en quién fue más generoso con los etarras, quién cedió más en las diferentes rondas de diálogo con la banda asesina, qué se tenía que haber hecho con De Juana y si la flexibilidad es propia de débiles o de hábiles negociadores.
Lo que ha hecho el terrorismo islámico es tan grave que uno no acierta a entender cómo el ruido de estos días ensordece lo que debiera ser el eje del debate: el terrorismo, tenga el apellido que tenga, sigue siendo una amenaza viva sobre la ciudadanía. Se suponía que retirando las tropas de Irak y apostando por la Alianza de Civilizaciones se obraría el milagro de mantenernos alejados de dicha amenaza. Visto lo visto, habrá que concluir que los talibanes estaban viendo otro canal el día que Al Yazzira abrió sus informativos con la noticia de que el presidente Rodríguez Zapatero se estrenaba en el cargo dando la orden de salida inmediata de Irak. De otra forma no se explica lo sucedido.
Lo cierto es que ahora tendremos que ver cuál es la salida del Gobierno a la amenaza de Al Qaeda por el hecho de estar presentes en Afganistán, una misión de supuesta paz patrocinada por la ONU con la colaboración de la OTAN. ¿Aplicaremos la misma doctrina que en el caso De Juana y dejaremos a los talibanes afganos que recuperen el poder solitos? ¿Rearmaremos a las tropas y nos tomaremos en serio que sus vidas corren serio peligro tan lejos de casa?.
Por desgracia, Partido Popular y PSOE están muy ocupados para eso. Preferían contar cuántos etarras se pusieron malos en las cárceles y acabaron antes de tiempo en sus hogares.