Opinión

¡Vaya otoño nos espera!

El Faro | Viernes 11 de septiembre de 2015
Estamos ante un otoño político infartante. La primera cita con el galeno -cardiólogo, psiquiatra o ambos casos- será tras lo de Grecia, dentro de poco más de una semana, concretamente el 20, un día antes del comienzo de la estación en la que este año caerán tantas o más papeletas en las urnas como hojas de los árboles. Y hablo en primera persona del plural porque el comportamiento de los atribulados helenos influirá considerablemente en la moral de mucha gente de aquí, sobre todo en quienes tomaron como modelo de éxito a Syriza y por mesías a Tsipras, aunque el esperpento protagonizado por este falso profeta en el poco más de medio año que lleva en el poder debería ser suficiente, más allá de lo que depare la última noche de verano, para disipar cualquier duda sobre las bondades del experimento.

Dos imágenes a modo de balance: los bancos griegos cerrados y los refugiados que huyen del país hacia Alemania como si aquello fuera Siria.
El riesgo cardiaco se volverá a disparar siete días después con las dosis de colesterol maligno, del peor, que Artur Mas viene inyectando a la política catalana desde hace unos cuantos años, con efectos metastásicos en la española o incluso en la europea, y que el 27-S puede provocar un serio accidente si finalmente el ‘seny’ de los catalanes, si es que todavía lo conservan, no logra evitarlo. Lo peor no es ya aislarse del resto de España; la principal herencia de Mas será dejar a Cataluña partida en dos mitades, y enfrentadas durante generaciones. Esperemos a la noche del primer domingo del otoño, pero es probable que sea cual fuere el resultado no va a cejar en sus intentos sediciosos. Sólo un país en los que los poderes del Estado -ejecutivo, legislativo y judicial- sean capaces de afrontar unidos los ataques al sistema democrático esté seguro de supervivencia. En estos momentos, los tres grandes poderes mantienen una posición firme, inequívoca. ¿Y el próximo año?
Pero antes de que se celebren las elecciones generales, previstas hacia el final del otoño, tenemos otra cita con las urnas, importante para nosotros aunque las demás convocatorias la solapen informativamente. Puede ser un avance, una especie de primarias de las nuestras. Me refiero a las portuguesas, que tendrán lugar la semana siguiente a las catalanas (4 de octubre). Portugal, un país de potencial similar a Grecia, apenas ha sido noticia. Lo más destacado en los últimos meses fue la detención del ex ministro socialista, Sócrates, amigo de ZP, el que pidió el rescate de su país tras hundirlo. A la espera de juicio, pemaneció en la cárcel hasta hace pocos días por graves casos de corrupción.
Y cuando hayan caído las hojas, llegará el momento en el que, esta vez sí, España se juega el futuro. Además de afrontar la resaca de las elecciones catalanas, tendremos que decidir nuestro futuro. No somos Grecia ni Alemania, pero a grandes rasgos, salvando las distancias, son los dos modelos que unos y otros defienden. No me digan que no se presenta un año interesante. Al menos para tertulianos y periodistas.