El Faro | Viernes 24 de julio de 2015
El dramaturgo y director artístico de los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid, Albert Boadella, presenta un nuevo montaje de la ópera de Giuseppe Verdi Don Carlo, en el marco del Festival de Verano del Auditorio San Lorenzo de El Escorial.
Se estrenará mañana, sábado, en San Lorenzo, en cuyo Monasterio vivieron (y hoy reposan sus restos) los protagonistas de esta obra, inspirada en el drama homónimo de Friedrich Schiller. Las representaciones serán en el Teatro Auditorio los días 25, 27 y 29 de julio.
El tenor José Bros dará vida a Don Carlo, controvertido primogénito del rey Felipe II, que será encarnado por el bajo canadiense John Relyea. El director musical chileno Maxiliano Valdés, al frente de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, será el encargado de conducir al elenco. Esta nueva revisión de Don Carlo es una coproducción entre los Teatros del Canal y el Festival de Verano de San Lorenzo de El Escorial.
Junto a Bros y Relyea subirán al escenario el barítono Ángel Ódena, quien cantará en el rol de Rodrigo, marqués de Posa, amigo y confidente de Don Carlo; la soprano argentina Virginia Tola, como Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II; la mezzosoprano Ketevan Klemoklidze como Princesa de Éboli; Luiz Ottavio Faria como el inquisidor; o el bajo Simón Orfila, que hará las veces del fraile. La escenografía es obra de Ricardo Sánchez Cuerda, que ya trabajó con Boadella en Amadeus, y la iluminación corre a cargo de Bernat Jansa.
Un Don Carlo verídico
La ópera Don Carlo, además de una de las cumbres de Giuseppe Verdi, fue una forma especialmente efectiva de irradiar, tres siglos después, el fenómeno propagandístico de la ‘leyenda negra’ contra la poderosa España de Felipe II. Una visión basada en difundir una imagen especialmente sombría, cruel y sometida a la autoridad despiadada de la Inquisición. Esto, sin ser del todo falso, no equivale ni de lejos a lo que en realidad fue y significó la sociedad española del Renacimiento. El libreto de Don Carlo, basado en el texto homónimo de Schiller, expone una realidad trastocada a pesar de utilizar los verdaderos protagonistas históricos para desarrollar el relato.
Y esto es, precisamente, a lo que la propuesta escénica de Albert Boadella quiere dar la vuelta con el fin de restituir en la medida de lo posible la realidad histórica de aquella España. Su intención es darle a la obra “ciertas aproximaciones a la verdad histórica, que consigan aportar al drama matices hasta ahora desconocidos en los distintos montajes”. Entre otras cosas, el personaje de Don Carlo manifestará los ademanes de la demencia que en realidad sufría y en la que coinciden los historiadores.
No se trata de un hecho banal, ya que es precisamente la locura del infante la causa de la compleja relación con su padre y de sus enloquecidas intrigas respecto a Flandes que motivaron su encierro. Don Carlo terminará por quitarse la vida con su propia espada, lo que para Boadella significa una estricta aproximación a la verdad histórica, “pues su muerte no fue una orden expresa de su padre, sino que falleció a causa de su desquiciada actitud durante el cautiverio. Una actitud suicida en la alimentación que le llevó a provocarse él mismo un deterioro letal para su salud”.
En cuanto a Felipe II, Boadella adelanta que en su versión “será presentado como un monarca de mayor humanidad, en contraste a la cruel conducta, casi siempre muy acentuada, con la que se le muestra en todas las versiones de la ópera”. Para ello, dice, “trataré de dar carácter a un hombre con las enormes contradicciones del poder y la dolorosa tragedia que significa la situación moral y mental de su hijo primogénito, o lo que es lo mismo, de su heredero en el trono”.
¿Y cómo expresará el amor hacia Isabel de Valois? “Los feroces celos de Felipe serán justamente la expresión de ese amor hacia su mujer, con la que mostrará gestos cariñosos en ciertas situaciones”.
La interpretación es la clave
El director de escena ha realizado esta nueva orientación del argumento “sin cambiar una sola frase del libreto y, por supuesto, tampoco de la partitura”. El cambio esencial se basa en la actuación: “Todo debe ser realizado a través de la interpretación de los protagonistas y de ligeros cambios en el desarrollo de las situaciones que no afecten a la música”.
Esta complejidad ha llevado a Albert Boadella a crear lo que él mismo define como “partitura visual”. Para ello ha trabajado durante meses con actores que han interiorizado cada uno de los roles, sus movimientos en el escenario. Ha grabado estos ensayos y ha armado un guión que finalmente ha sido la base del trabajo escénico con los cantantes.
Versión italiana con matices
Cuando se toma la decisión de poner en marcha un nuevo Don Carlo, hay que tener en cuenta las diversas versiones de la ópera que el propio Verdi presentó, llevado generalmente por el afán de perfeccionismo. Boadella se ha decantado por la italiana, pero con matices, y así lo explica: “Utilizaré la versión de cuatro actos, eliminando el inicial de Fontainebleau. De esta versión cortaré, en la escena del auto de fe, el fragmento de la salida del cortejo real con el anuncio posterior del heraldo. Felipe II no saldrá del templo, sino que entrará junto a Isabel para ser rápidamente abordado por Carlos y los representantes flamencos. También cortaré la revuelta popular y la correspondiente intervención del inquisidor entre los amotinados. Sin embargo, justo antes, mantendré la entrada del rey después de la muerte de Rodrigo -amigo y confidente de Don Carlo-, añadiendo el diálogo de Carlos y Felipe con el concertante posterior y el coro de nobles que acompañan al monarca. Asimismo, en el final de la ópera, después del suicidio de Carlos, y mientras este muere en los brazos de su padre, dejaré el coro de monjes, tal como acaba en la versión original francesa”.
Vestuario, escenografía y arte
El vestuario será otro punto clave de este nuevo Don Carlo. Ideado por Pedro Moreno, marcará con precisión la época en que suceden los hechos en contraste con la moderna escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda. Esta disparidad termina por convertirse en uno de los indudables atractivos de la propuesta.
Moreno, como Boadella, ha tenido en el arte del Renacimiento, tan presente y crucial en la vida de Felipe II, una de las referencias prioritarias para llevar a cabo su creación.