El Faro | Viernes 17 de julio de 2015
Risis, esa maldita palabra que se ha colado en nuestro vocabulario dando al traste con la ilusión de muchos sueños, proyectos y apuestas personales. El emprendedor ha surgido de la estéril tierra del paro. Emergió de la nada aquel que confunde yelmo con ‘bacía’ y molinos de viento con gigantes retando a la suerte: una hiedra venenosa que concede sus favores a unos pocos y desprecia a miles. Detrás de cada fracaso hay siempre una ilusión perdida, una persona, una familia, un caerse para volver a levantarse y volver a caer y, siempre, volver a levantarse.
Esta es la forma de vivir del creativo, de quien tiene una idea y la trabaja hasta la extenuación dedicándole horas, días, meses, como una obsesión para que luego, muchas veces, todo se derrumbe como un castillo de arena, como miles de fichas de dominó que arrastran unas a otras.
Aunque algunas voces digan que se empieza a ver la luz al final del túnel, lo cierto es que aún seguimos en tiempo de crisis, de tiendas que abren y cierran, de kioscos de prensa que se oxidan, abogados de que pasan hambre, aparejadoes que venden pollos asados. Un paisaje que parecía imposible hace una década, concretamente en aquella frondosa comodidad hipotecaria de bloques de viviendas.
Es cierto que no a todos les ha ido mal. Podría hablarles de algunos emprendedores que no sólo han sobrevivido a esta dura crisis, sino que han triunfado, concretamente de uno, propietario de un restaurante ubicado en esta comarca, que contra viento y marea ha salido adelante. Al margen de los premios recibidos, no sólo se le valora por su profesionalidad, sino por todo lo que le rodea, incluido el placer que supone para el paladar la degustación de sus platos. Pero la excepción no hace la regla y por eso en nuestra vecindad vemos locales que siguen cerrando en plena temporada estival, golpeando a muchos jóvenes e ilusionados emprendedores hasta dar con ellos en la lona. Y esto es aún mucho más preocupante para nuestra sociedad cuando es público y notorio que más del 50 por ciento de la población española supera los 50 años y que nuestros jóvenes, los más preparados, dicen, han tenido que marcharse a otros países para poder conseguir un empleo.
Por eso y, porque todos los indicadores anuncian a medio plazo la reactivación de nuestra economía, es momento de apoyar a aquellos jóvenes que tengan ideas y ganas y quieran quedarse ente nosotros, con su gente, con su familia, en su entorno, en nuestra Seguridad Social, en nuestra Caja de Pensiones, entre nuestros altos impuestos, en nuestras vidas para ayudarnos a aseguir cambiando y no quedarnos sentados cada tarde en los bancos de las plazas de nuestros pueblos, con la mirada perdida en el horizonte, preguntándonos una y otra vez: ¿Estarán bien? ¿tendrán trabajo? ¿Desearán volver a casa?. Con la ayuda de todos hay que acabar de una vez por todas con este tipo de tormentos.