Ángel Ocaña
El Faro | Jueves 02 de julio de 2015
Me parece bien asumir responsabilidades y que se dimita por el ‘humor negro’. Y será la hostia cuando también se dimita por el dinero negro.
La frase es de Jordi Évole, que ha colgado este comentario en las redes sociales que está corriendo como la pólvora. Pero ya pueden espabilar Podemos y tantas agrupaciones y partidos que han concurrido a las elecciones locales y autonómicas bajo su paraguas, porque les van a dar por todas partes.
Seguramente ellos se lo han buscado al presentanse ante la opinión pública como regeneradores del sistema político español, como los encargados de limpiar el país de corrupción, trapicheos y malas artes... Y al segundo día estallarles en su propias narices. En concreto, en las de la nueva alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, la ‘bomba’ del concejal tuitero y los chismes sobre el holocausto y el terrorismo de ETA. O lo del otro edil que propugnaba torturar o matar al ex ministro Ruiz Gallardón, o quemar un banco “porque el fuego es bonito”. Y no vale aludir, digo yo, a que esto se produjo hace años y que está sacado de contexto, porque el contexto de un ‘tuit’ es el que es, 140 caracteres. ¡Cómo se pueden decir tantas barbaridades! ¿Por qué la Fiscalía no actuó en su día? ¿Habría estado así de impasible de haberse reproducido estos comentarios en un periódico, por ejemplo? ¿Se puede justificar esto de alguna manera?
Una regla no escrita suele dar 100 días de gracia al gobernante que se estrena en su puesto. Que se les quite de la cabeza a Carmena, Colau, ‘Kichi’ y a todo socialista que les haya dado su apoyo, y su voto a las candidaturas ciudadanas, que ellos van a gozar de esa prerrogativa .
Ya sin hacer nada (ni malo, ni bueno, nada) lo menos que les han llamado ha sido radicales, y al mínimo desliz, ¡zas, palo! No será justo, pero deben actuar en consecuencia con con lo que han venido diciendo en los últimos meses o con lo que se les presupone. Y tendrán que hacerlo rápidamente. Sin contemplaciones.
Por eso la decisión de la nueva alcaldesa de Madrid (que por cierto también acaba de colocar en el Ayuntamiento a un pariente suyo como cargo de confianza) de admitir la dimisión del concejal de Cultura, Guillermo Zapata, pero manteniéndole como edil del Equipo de Gobierno, no es precisamente la más ejemplarizante.
Por eso, y por otras cosas más, les van a seguir dando. Y para ello van a rebuscar ‘tuits’ y demás comentarios comprometedores publicados en las redes sociales. Antes, cualquier metedura de pata en una rueda de prensa tenía su alcance mediático de forma automática, pero no con la repercusión de lo que dice cada uno en su perfil. Ahí queda y cualquier bola de nieve cada vez se irá haciendo más grande.
La experiencia es un grado y quienes han gobernado, y ahora están en la ‘reserva activa’, se las saben todas. Por eso, la bisoñez hay que mezclarla con la valentía de asumir los errores cometidos, cortar de raíz cualquier acción que ponga en juicio lo prometido y marcar el terreno propio. Para ello hay que cesar a quien haya que cesar y de todos los cargos. Sólo tienen cuatro meses para establecer diferencias. Si es que las hay, más allá de ir en metro.