Editorial

Revisión de los valores catastrales y estabilidad presupuestaria: el equilibrio necesario

El Faro | Jueves 02 de julio de 2015
ELa anunciada revisión de los valores catastrales en Guadarrama ha acabado convirtiéndose en un verdadero susto para el Ayuntamiento. No es que haya sido a la baja, sino que la ponencia remitida por la Dirección General del Catastro supone una caída en picado (en concreto, un 48% de media) respecto a las valoraciones de 2004, constatando que la burbuja inmobiliaria estaba hinchada entonces hasta límites insospechados. Las familias han sufrido las consecuencias de esta situación durante los últimos años, con un IBI que no ha parado de crecer, pero este brusco ajuste que se planteaba ahora dejaba al Consistorio en un escenario tremendamente complicado. Aprobar la ponencia hubiese supuesto poco menos que un suicidio, ya que los ingresos municipales dependen en un porcentaje muy elevado de la recaudación de este impuesto. El Ejecutivo advertía de que su aplicación se llevaría por delante numerosos servicios (desde talleres culturales a las clases en el polideportivo) y que incluso podría afectar a los trabajadores municipales. Habrá quien piense que es una exageración, pero nada más lejos de la realidad; en ese sentido, la única salida lógica es la que finalmente se ha adoptado: rechazar inicialmente la ponencia, para dentro de unos meses reducir el tipo impositivo -la parte sobre la que la Administración municipal puede actuar- y conseguir que el recibo baje en 2016 entre un 15 y un 20%, tal y como se había avanzado, bajada que sí es asumible para el Ayuntamiento.

En cualquier caso, y más allá del caso concreto de Guadarrama, este episodio se convierte en aviso a navegantes. A buen seguro que algo parecido ocurre en otras localidades de la zona donde las revisiones de los valores catastrales están al caer. Por eso, no es que se trate de poner la venda antes de las herida, pero los distintos consistorios sí han de ir asumiendo que sus ingresos por este concepto se van a ver reducidos de forma significativa, por lo que cuanto antes deben tomar las medidas necesarias para que la incidencia de esta situación sobre los presupuestos -y por tanto sobre la gestión municipal- se controle desde el principio. Todo esto ocurre además en un contexto en el que el equilibrio presupuestario y la estabilidad financiera de los ayuntamientos continúa siendo la piedra angular sobre la que afianzar la recuperación de las maltrechas arcas municipales. De otro modo, el nivel de endeudamiento volvería a dispararse y de poco habría servido el esfuerzo que se ha hecho a lo largo de los últimos años.