El Faro | Jueves 25 de junio de 2015
Debo confesar que después de haber analizado durante varias semanas el asunto de la pasarela peatonal que ha sido colocada en Honorio Lozano, justo a la salida del túnel, me siento incapaz de decir si esta obra es consecuencia de un capricho personal por parte de nuestros gobernantes o simplemente una decisión unilateral tomada por alguien con la única intención de poner la ‘guinda’ al ‘pastel’ de los despropósitos cometidos en esta infraestructura que, tanto por su inutilidad como por su alto coste, ya ha pasado a formar parte de la historia negra de Collado Villalba. Y lo digo porque esta pasarela de hierro, también innecesaria, antiestética y, supongo que bastante cara, diseñada con una pendiente considerable que no facilitará precisamente el uso a todos los ciudadanos, sólo puede justificarse en que, puestos a hacer barbaridades en nuestros entorno urbano, tonto el último.
CATI SERRANO
Collado Villalba