E. García-Maíquez
El Faro | Jueves 18 de junio de 2015
Ala alcaldesa Carmena, los ‘tuits’ intolerables de su concejal Zapata sobre los judíos, Irene Villa y las niñas de Alcácer le han puesto sobre la mesa un problema de cuatro patas. O mejor dicho, la solución es la que necesita cuatro patas. Y la alcaldesa de Madrid tiene que buscarlas de una en una si no quiere que se le tambalee la mesa antes de empezar.
La primera pata es más fácil. Cesar a Zapata ha sido un clamor de los otros grupos del Ayuntamiento, especialmente del PSOE , que puso la alfombra a los ‘podemitas’. En la política norteamericana los partidos tendrían minuciosamente estudiados a sus rivales y, sobre todo, a los propios, pero aquí ha vencido la pereza y la improvisación. Todos, incluido Zapata, han sido cogidos a contrapié. La segunda es la espada y la pared. La defensa bipolar de Zapata (¡ay, si estos ‘tuits’ fuesen de un político del PP!) por muchos ferviente seguidores, por los líderes de Podemos y por algunos concejales dentro del equipo que Carmena, ha puesto a ésta en un brete. Si no lo cesaba, quedaba en entredicho su autoridad, su independencia y su mesura. Si lo hacía, socavaba sus fidelidades más acérrimas y abría una brecha a sus espaldas. Entre la espada y la pared, ha optado por quedarse en medio, que es lo que parece lógico: Zapata dimite como edil de Cultura, pero queda como concejal. ¿Esto es, en verdad, lo lógico? ¿Le inhabilitan sus ‘tuits’ para gestionar la cultura municipal y no para representar al pueblo de Madrid? ¿Cabe la microdimisión, una dimisión de 140 caracteres? Es una salida estrábica, mirando hacia fuera y hacia dentro. Porque detrás viene el edil Soto, que también le daba al Twitter. Escribió deseandole la guillotina a Gallardón. ¿Esas amenazas no importan? Manuela Carmena debe de soñar -tercer problema- con fichas de dominó tirándose una a otra, y quiere parar la cosa. La siguiente a Zapata en la lista se llama Alba López, y se declara ‘feminazi’. Y la cuarta pata es esencial. ¿Cómo transformar este montón de rabia, insultos y violencia en una fuerza política capaz de gestionar algo tan formal como un Ayuntamiento? Se habla mucho de que lo de Zapata toca el problema de los límites del honor. ¡Menos humos humorísticos, pues esos límites quedaron muy atrás! La cuestión es la posibilidad o no de los antisistema de amoldarse a las instituciones y los modos democráticos.