Gabriel Ramírez
El Faro | Lunes 08 de junio de 2015
Queramos o no, desde hace muchos años todos somos partícipes de un sistema capitalista. Aunque gritemos muy alto lo contrario, aunque nos reunamos en plazas públicas para protestar con fuerza. Unos lo ocultan por vergüenza, otros no saben que viven inmersos en un capitalismo feroz que se hizo hueco un día que no recordamos; otros presumen de ser los mas capitalistas del mundo. La rueda gira con nosotros dentro.
Con todos y cada uno de los seres humanos de este planeta, que se ha convertido para muchos en una choza global y para muy pocos en esa aldea global tan cacareada. En occidente la choza suele ser algo más decente que, por ejemplo, en países deprimidos de África, pero no deja de ser una maldita choza en la que hay un salón muy hermoso y una letrina. Cada cual sabrá donde tiene la cama.
Todos participamos de este capitalismo feroz que tritura personas como si fueran basura. No nos gusta. Al pensarlo me dan náuseas y renegamos. Pero, queridos, nos da miedo perderlo de vista. Ese es nuestro gran miedo. Porque salir de la rueda significa quedarse más solo que la una. Ese es el motivo inconfesable por el que, a pesar de las tímidas protestas que van sonando, nadie se mueve con la fuerza necesaria para comenzar a cambiar las cosas. Desde dentro de la rueda, girando no podemos ver claridad. No nos podemos imaginar renunciando a los que nos han vendido como básico en la vida. Vehículos a motor que parecen aviones, pisos estupendos comprados a precio de oro que han sido la ruina de miles y miles de familias,ordenadores maravillosos que nos ofrecen una ventana al mundo, ropa por la que se paga 50 veces más de lo que cuesta, colegios en los que los niños aprenden de todo menos lo que deben y puestos de trabajo que cuando abandonas te permiten vivir sin una losa que te iba matando poco a poco. Repito una vez más: somos esclavos del capitalismo. Tenemos miedo a quedar fuera del sistema. Tenemos miedo a estar solos. Y en este mundo, o te colocas dentro o estas muerto.
Todo esto es un verdadero horror. Reconocer algo así es duro, muy duro. Pero me temo que no estoy muy lejos de la verdad.
La buena noticia es que todo eso no es mentira. Nos han enseñado, nos han grabado a fuego en el cuerpo. Pero esa es la gran mentira sobre la que se apoya el sistema. ¿Que pasaría si poco a poco fuéramos saliendo de esa zona tan perversa que estamos obligados a vivir? Exacto, que al final todo sería justo lo contrario. Pero el miedo no nos deja. Hasta el que lo está pasando peor reza lo que sabe para que los mercados se estabilicen, para que las empresas generen empleo, para que los bancos se tiren el rollo y den créditos. Para que el sistema capitalista sea perfecto.
Pero mucho me temo que salvo que modifiquemos nuestra mirada, el mundo seguirá siendo un desastre total.