José L. Bouza
El Faro | Lunes 18 de mayo de 2015
Al país herido por el rayo, llega con retraso el fragor del trueno, pero el estampido no será estridente y el bipartidismo no chirriará. Es evidente sin embargo que estamos en otra situación y la funcionalidad práctica del bipartidismo está por ver. Es presumible que el PP gane (las generales por mayor margen), pues el trabajo de recuperación es evidente.
Otra cosa es el gap, el desajuste entre la macroeconomía y el mercado del trabajo. En una entrevista en Madrid, una inmobiliaria ofreció 250 euros por media jornada a un joven arquitecto técnico, y le interrogaron además sobre sus creencias políticas. El auge de Podemos es comprensible puestos en los zapatos de jóvenes así, que no acusan aún en su vida personal la recuperación y por la debilidad del mercado de trabajo pueden caer en manos de gentuza en un país de modesta tradición liberal. La mayoría absoluta del PP posiblemente se fragmentará hacia Ciudadanos, hacia el PSOE e, incluso, hacia partidos a su derecha, hostiles al aborto, que prefieren olvidar que buena parte de los jóvenes con algún desorden psicológico añadido a los propios adolescentes tienen embarazos no deseados. La honradez personal es el mantra, pero la condición humana y el país son los mismos, de modo que no necesitamos tanto a moralistas que se presentan como gentes buenas y honradas, cuanto eficientes controles capaces de detectar a quienes no lo son. El PSOE obtendría presumiblemente un resultado mejor del que era de esperar a sólo cuatro años del ínclito Zapatero. Rosa Díez, mujer de coraje que levantó UPyD, merecería mejor suerte, pero parece no comprender las sutilezas de la política tras tantos años de oficio, y se ha mostrado con extraña torpeza en la crisis de su propia formación. Cuando los programas de Podemos o Ciudadanos se mojen de realidad sabremos si responden realmente a criterios novedosos. Sabremos también si aprendió de la crisis la que llaman casta, que de momento salva sus muebles, pues en el futuro no parece que pueda servir ya una vez más como excusa que la mano izquierda del poder político representativo autonómico o local se entere de lo que ha hecho o está haciendo su mano derecha gestora, algún Granados en Madrid y los conseguidores andaluces de los ERE.