El Faro | Lunes 27 de abril de 2015
Un mes es el tiempo que, contando desde hoy, queda para la celebración de las elecciones municipales y autonómicas, con un escenario incierto y en el que las noticias de calado nacional están marcando en buena medida la agenda de la todavía precampaña. De los comicios del 24 de mayo se harán sin duda distintas lecturas en clave general, apuntando a la nueva cita con las urnas que tendrá lugar a finales de este año, dentro de la apretada agenda electoral de 2015, pero en cualquier caso no conviene olvidar que estamos ante unas elecciones en las que se elige a los concejales y alcaldes de los distintos municipios. Por eso es importante no quedarse únicamente con los grandes titulares, sino descender a la letra pequeña que afecta más directamente a nuestras localidades.
En este sentido, y más aún teniendo en cuenta que la Administración Local es la más cercana a los ciudadanos, también los programas de los distintos partidos deberían serlo, abordando aquellas cuestiones que más afectan al día a día de los vecinos. Por otra parte, es evidente que las encuestas arrojan un panorama en el que, con toda probabilidad, nos vamos a encontrar con menor número de mayorías absolutas, lo que hará que sea imprescindible establecer pactos de gobierno o al menos buscar el diálogo como herramienta fundamental para hacer política a lo largo de la próxima legislatura. Todo ello con un aluvión de nuevas candidaturas y en muchos casos con una auténtica ‘sopa de siglas’, llegando a encontrarnos con nueve, diez o hasta doce listas de distintas formaciones. En este
contexto preelectoral nos encontramos también con un carrusel de denuncias de última hora, que parecen estar vestidas de un cierto oportunismo, irrumpiendo casualmente en campaña, como ha ocurrido en Guadarrama, El Escorial, El Boalo, Galapagar o Collado Villalba, resucitando ‘casos’ que en la mayoría de las ocasiones se remontan varios años atrás. La honestidad y la transparencia que exigimos a la clase política también debe empezar por aquí, denunciando todo aquello que sea necesario, pero también evitando caer en el ‘populismo’ del efecto ventilador.