El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ace un par de semanas hablábamos en este mismo espacio de que no hay ningún momento bueno para las crisis, y menos aún cuando estamos apenas a dos meses de las elecciones del 27 de mayo. Entonces estas líneas tenían que ver con la situación política en El Escorial y ahora se pueden aplicar, quizá todavía con mayor fuerza, a la que se vive en Galapagar, donde esta semana se ha escenificado una ruptura que desde hace unos meses se podía intuir a través de escaramuzas y episodios puntuales, aunque no de una forma tan profunda como se puso de manifiesto el pasado lunes, cuando seis ediles del grupo municipal del PP decidieron plantar al alcalde.
Se pueden hacer varias lecturas de esta tormenta que no parece de verano, pero, más allá de las razones de unos y otros que hayan llevado a este enfrentamiento, lo que queda en la superficie es que los populares han gestionado garrafalmente la amplia mayoría absoluta que les llevó al poder hace casi cuatro años, reforzada después por la crisis en el principal partido de la oposición, el PSOE, ya que una de sus concejalas fue expulsada. Así las cosas, el camino no presentaba demasiados obstáculos para que José Luis González -designado por José Tomás Román como su sucesor tras su renuncia hace un año y medio- pudiera revalidar triunfo, pero parece claro que se ha hecho bueno el dicho de que los adversarios están fuera y los enemigos dentro, y más cuando en el horizonte próximo (o más bien en el pasado más reciente) figura la elaboración de las listas y las distintas familias populares tratan de posicionarse. Puede que no sea éste el único motivo que haya provocado la crisis, pero es indudable -a dos meses de las elecciones es el único diagnóstico posible- que es uno de ellos.
El cruce de acusaciones -oscurantismo, falta de transparencia y marginación frente a rabieta, estrategia electoral y manipulación- está servido (y aderezado con la presencia de supuestos entornos y movimiento de hilos desde el segundo plano), aunque todavía con un cierto espacio para maniobrar y recomponer las filas de un Partido Popular que, a día de hoy, aparece claramente fracturado. No hay que olvidar en este punto que el propio regidor, José Luis González, es también el secretario general del PP local, mientras que su antecesor en el cargo, José Tomás Román, es el presidente, y quizá no estuviera de más un pronunciamiento oficial desde el partido que contribuyese a calmar los ánimos, antes de que la fractura se convierta en un insalvable agujero.