Manuel M. Caro
El Faro | Lunes 20 de abril de 2015
Este es el jocoso juego de palabras con el que el pueblo siempre festivo hace chanza del acrónimo UPyD, añadiendo a sus siglas ‘EP’, en momentos tan aciagos como los que atraviesa la formación de Rosa Díez. Y aunque sea un chiste, así lo consideramos, es el fiel reflejo de la realidad, pues este partido se muere, o mejor dicho, lo han matado.
Después del fracaso en las autonómicas de Andalucía y habida cuenta del flagrante y alevoso adelantamiento por la derecha sufrido por parte de Ciudadanos, las dimisiones arrecian en cascada, las voces críticas dentro de la formación magenta se multiplican y sus militantes se pasan sin sonrojo al partido de Albert Rivera. Debo reconocer que me ha dolido bastante la dimisión de algunos destacados dirigentes regionales y locales del partido de Rosa Díez, pues entre ellos había personas muy válidas que creían verdaderamente en el proyecto que defendían y aún defienden, pero no ya desde UPyD, porque la mayoría de ellos ha demostrado ser gente seria, honesta, solicita y dispuesta a luchar por defender los ideales de su propio partido. Pero la política suele ser cruel y despiadada, más aún con aquellos que en el día a día demuestran su valía. Y ahí, como mejor ejemplo, tenemos a Rosa Díez, desavisada de que su tiempo pasó. De que la realidad se impone siempre. De que un proyecto, por muy honesto, justo y limpio que sea, si no cuenta con el apoyo social se vuelve inoperante. Esto le ha pasado a UPyD. Abrió la brecha en el bipartidismo, ha conseguido grandes logros en estos últimos años y ha conformado agrupaciones brillantes en muchas regiones y pueblos de España. Pero los tiempos, quizá equivocados, han dictado sentencia. Han de ser Albert Rivera y Ciudadanos quienes se encarguen de mantener viva la llama prendida por UPyD en el año 2007.