El Faro | Viernes 17 de abril de 2015
Un amigo mío dice que las promesas políticas son flores a futuro, lindas y perfumadas que raras veces perduran una vez cortadas y colocadas en el florero. Y esto lo saben no sólo los políticos, sino los ‘politizados’, es decir, los que acudimos a las urnas a echar las papeletas cada cuatro años. Las promesas son posiblemente, junto al aire, la materia prima más barata que existe en el universo, porque no cuesta nada hacerlas. Y cuando el candidato que las ha hecho gana y ocupa la ‘poltrona’, ¿quién es el guapo que se acuerda de todo lo prometido? Aún así, las promesas siguen siendo un arma sumamente eficaz ante la probada falta de memoria de los ciudadanos.
La palabra promesa procede del latín ‘pro’ (antes) y ‘missus’ (enviar), por eso mejor sería que los políticos las enviaran después. Claro que entonces no serían dichos sino hechos. Y ya saben aquello que del dicho al hecho...
MARTA GABALDÓN
Collado Villalba