Opinión

El ‘invento’ de Podemos

Miguel Aranguren

El Faro | Lunes 06 de abril de 2015
Podemos acaba de clavar su bandera en el parlamento andaluz. Sin apenas historia, sin apenas programa, sin apenas ideas, sin apenas partido, lo que sin duda traerá una grandísima ola de puñaladas traperas entre quienes han logrado la bicoca de un cargo público -sueldos, dietas y contactos en las altas esferas-, y el desencanto entre quienes han hecho de su voto una pataleta.


Por cierto. En una pataleta está el origen y el desarrollo de este invento inclasificable al que van sumándose rostros más o menos conocidos para tratar de darle consistencia, pues el cuerpo nació sin esqueleto, tan solo con la ‘coleta’ del hábil demagogo, los ojos azules del ‘truhán de universidades’ y el flequillo cortado al hacha del ‘monedero’ repleto de billetes.

La culpa del desaguisado ingobernable al que se dirige España la tienen los socialistas ZP y Rubalcaba, que violaron la sacralidad democrática de aquellas elecciones condicionadas por la masacre de los trenes de la estación madrileña de Atocha. Rota la unidad, invocados los fantasmas de la mentira, nada ha vuelto a ser lo mismo. En el país que fue capaz de reconciliar a vencedores y vencidos (Pasionaria y Solís frente a frente), brotaron de inmediato los odios dormidos, escenificados en aquella jornada de reflexión con sabor a ronda de milicianos, semilla para Podemos, que es heredero de aquel garito en plaza pública (15-M) que olía a meado, y del adoquín que en las algaradas vuela para romper las lunas de las terrazas de los bares, de las oficinas bancarias y del MacDonald’s (con mayor rabia si es el Burger King, por lo de la corona), del volquete ardiendo como una falla, de la tuerca y el tirachinas, del fervor anticapitalista que adivina que todo hombre trajeado y encorbatado es un enemigo del paraíso rojo.

A partir de ahora, el Parlamento andaluz va a saber lo que significa soportar a diario la arenga bolchevique. El resto de España, si no hay remedio, también.