Opinión

La edad del matrimonio

M. Burgos

El Faro | Lunes 09 de marzo de 2015
Este país, en lo que se refiere a la legislación sobre el menor, padece de esquizofrenia aguda. Por una parte, el Código Penal considera al menor que no ha cumplido los 14 años como inimputable, por falta de capacidad para distinguir el bien del mal y por tanto con ‘licencia para matar’ y, por otra, lo considera con la suficiente capacidad como para contraer matrimonio.

Nuestro Código Civil venía estableciendo la edad mínima para casarse en 14 años (para esto, por lo visto, sí eran conscientes de lo que hacían), parece que el legislador se tomaba el matrimonio a chirigota. Antes lo habitual era casarse con la novia de toda la vida, después de la ‘mili’, cuando él se había hecho un hombre y ella había aprendido a cocinar y planchar. Claro que ahora las cosas podían ser al reves y no habría mayor problema. ¿Y qué dice la Iglesia al respecto? Pues partiendo del aforismo religioso de que “el amor disculpa todo, todo lo crea, todo lo espera y todo lo soporta”, y teniendo en cuenta que para el Derecho Canónico uno de los fines principales del matrimonio es el remedio de la concupiscencia [apetito desordenado de placeres deshonestos], tal vez resulte justificada la unión entre menores con las hormonas en incipiente efervescencia. Ahora viene Mariano con los recortes. ¡Pero alma cándida, a buenas horas mangas verdes! Ahora que los chavales están doctorados en kamasutra y saben hacer el helicóptero, el ventilador, el barco de vela, etc., cuando nosotros no pasábamos de la postura del misionero; y desde que en el colegio la educación sexual no pasaba de la orgía de la reproducción de los guisantes. Lo que sí parece demostrado es que estos chavales llevan parejo el desarrollo físico con el mental, debido a que los hemos tenido demasiado tiempo en la placenta virtual, pero cuidado de acusarles de no estar capacitados para asumir derechos y obligaciones conyugales, cuando la experiencia nos dice que tampoco demostramos estarlo los mayores. Pero, además, aunque tuvieran “la mayor de las voluntades en independizarse económicamente de los ‘viejos’, se encuentran con otros obstáculos legales, tanto de la normativa educativa que les obliga a estudiar hasta los 16 años, como la laboral, que les prohíbe trabajar también antes de dicha edad. Otra curiosidad: se dice que los matrimonios entre jóvenes que se conocen desde la guardería resultan más fortalecidos. ¿Por qué?