El mirador
Ana Bardají
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Parece ser que van a quitar el cero de las calificaciones finales en educación obligatoria. Bueno, el argumento es, si cabe, muy razonable. No puedes poner a un chico/a un cero si lo que estás midiendo es la progresión en la materia y no el resultado de un examen. Pero, ¿es que no saben que hay gente que no progresa nada durante todo un curso en alguna asignatura?
No voy a decir en todas porque quizá el hipotético estudiante inventado por mí es una fiera en manualidades (o cómo se llame ahora). Generalmente el resultado del examen es muy revelador.
Y yo saqué un cero. Y si no hubiese existido, lo hubieran vuelto a poner para calificarme a mí. Y lo saqué a final de curso porque de esa materia (matemáticas) no aprendí nada. No progresé en absoluto. Me quedé, en cuanto a conocimientos adquiridos, bueno, no adquiridos, igual que a principio de curso. En el examen no sabía qué me estaban preguntando, me dediqué a copiar el anunciado... por eso de hacer algo de tiempo mientras los compañeros hacían el examen. Este caso, el mío y el de un amigo invisible, pueden echar por tierra el argumento del Ministerio, un argumento, que, por otro lado, está muy bien porque los niños se van a motivar mucho más si saben que lo que va a tener valor es su progreso y no la nota que saquen en el examen. Porque en mi caso, igual sí que aprendí algo durante este curso, pero, claro...¡si el profesor no me lo preguntó en el examen! Creo que tendría que haber puesto un examen tipo: cuenta lo que sepas de las matemáticas, como hacía la profesora de historia cuando decía: “escribirme lo que sepáis sobre el siglo XVIII”... Así, sin anestesia, sin un contexto ni un dato ni medio. Espero que ahora, como no habrá ceros, los niños se animen más, porque un cero, así de repente, dobla hasta al más pintao.