Opinión

Confusión, voto y espectáculo

José M Giráldez

El Faro | Viernes 27 de febrero de 2015
El nuevo morbo de la política proviene de lo que anuncian las encuestas. No sabemos si se va a producir o no, pero el mero hecho de que se ventee en las redacciones y también en la calle la posibilidad de un cambio rotundo en las costumbres electorales de los españoles ha servido para provocar una sacudida sin precedentes.


El estupor que algunos muestran, como si les resultara imposible creer que la condenada crisis pudiera llevarse por delante el esquema habitual, completa este cuadro de morbo que está dando a las televisiones unos buenos dividendos de audiencia.

Faltan datos y programas, pero el juego de las predicciones ha levantado una enorme polvareda mediática. Así las cosas, 2015 podría resultar un año sorprendente, pero no es fácil predecir ni el tamaño ni la naturaleza de la sorpresa. Lo cual produce un suspense que viene de perlas a los informativos y a las tertulias, pero puede que no tan bien al corazón de los candidatos.

Pero lo más curioso es que estamos contemplando todos estos cambios como si pasaran a gran velocidad ante nosotros: como un tren cuya composición no parece muy clara. Ni siquiera los que van a bordo saben muy bien qué compañeros de viaje tienen posibilidades de alcanzar el destino final.

El suspense es para todos. Ese suspense que no deja crecer ha derivado en un impresionante despliegue mediático, particularmente en alguna cadena de televisión, que se va a incrementar a medida que se acerquen las citas electorales. La confusión tal vez no favorezca el voto, pero sí el espectáculo.

Frente a la derecha y la izquierda tradicionales tenemos ahora una izquierda y una derecha (centro, dicen otros) alternativas que se van dibujando cada vez más con una nitidez y un tamaño mayor. La situación ha provocado varios terremotos conocidos: en el socialismo madrileño o en Izquierda Unida. Y puede provocar más. Mientras, Tania Sánchez y Alberto Garzón, entre otros, insisten en que ellos no son el ‘caballo de Troya’ de nadie, lo contrario de lo manifestado por la vieja guardia de IU. Aún así, esta es la expresión de moda en tiempos de incertidumbre. Justo cuando Ángel Gabilondo acaba de llegar a este territorio de arenas movedizas. A mí todo esto me parece épico.