OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Viernes 20 de febrero de 2015
La manifestación de Castellón a favor de la Fiesta de los Toros fue un rotundo éxito. 10.000 personas respaldaron su pasión por las calles de la ciudad de La Plana. La mayoría gente de base, sencilla, aficionada de corazón, anónimos y muchos jóvenes de peñas y bous al carrer que fueron convocados para defender su pasión favorita. Es verdad que algunos que portaban la pancarta tienen tanto peligro como los antitaurinos, pero hay que reconocer que la unidad de todos y el mensaje que se transmitió es clave para el futuro. La organización fue ejemplar y puede ser un espejo para futuras reivindicaciones, marcando el camino para luchar frente a los ataques de los antis y la desidia de muchos políticos. Lo de Chamberí el pasado mes noviembre, cuando se congregaron 200 personas, fue preocupante y muy mal organizado. La Fiesta corre peligro, más que nunca. Hay que defender lo nuestro y eso es lo que se hizo en Castellón. Son muchos los que quieren toros, tanto que representa el segundo espectáculo de masas en España. Incluso numerosos aficionados se quedaron sin poder entrar en la plaza de Castellón para escuchar el manifiesto.
Pero falló un elemento de base: la ausencia de los toreros, excepto casos puntuales, pero sobre todo de las grandes figuras. De los que se juegan su vida, pero también de los primeros que se llevan la mayor tajada. Deberían ser los primeros en defender nuestro patrimonio y sin embargo no van, encerrados en sus estrategias del G-5, el G-4 o el G-3. Es respetable que lleven sus carreras como deseen, pero en una manifestación así tienen que estar.
Esta misma semana se anunciaba que Morante y Talavante no estarán en Sevilla. Antes también lo dijeron Juli y Perera. Otra puñalada a una afición que no se lo merece y también a la Fiesta en uno de los grandes escenarios del toreo.