Opinión

¿Quiere dejar la oposición?

Tribuna

F. S.

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
I usted está en la oposición, lo siento, sea más listo. Tal y como está la situación, o es más audaz, más imaginativo, o podrá perpetuarse en ella. Vamos a ver si me explico. Estando en la oposición usted no tiene opción a nada, ni a la crítica (constructiva) y a las iniciativas (necesarias) ni a las razones (convincentes). Usted no tiene más alternativas que patalear y aguantarse; usted está condenado a llevar la hopa y el cucurucho amarillo que vestían los condenados a muerte. Sí, es verdad que eso suena fuerte, porque muerte, lo que se dice muerte, efectivamente no es, aunque, ¿me quiere decir qué hace una oposición que no levanta el vuelo sino el muerto?.

Suponga que pulsa la opinión de sus conciudadanos; que no se le ocurre -porque no hay-, otra opción que la recogida de firmas; que llega a una cifra que, convertida en votos, puede darle una Alcaldía; siga suponiendo que utilizando medios legales llega a recoger la opinión de esa mayoría y que con ella confecciona su programa electoral, bueno, pues no le servirá de nada, porque en esta democracia las mayorías no se consiguen con la suma de los votos de los ciudadanos, contados uno a uno, sino con la de los colectivos, salvo el día de las urnas, si antes no ha tenido la precaución de prometer lo imposible y convencer a las élites de esos colectivos usando la grasa consistente de las subvenciones. ¿A usted que más le da si tirará con pólvora del Rey, versus contribuyentes?.

Cuando los partidos políticos se devanan los sesos tratando de encontrar un slogan convincente, inédito, se olvidan siempre del más eficaz de todos, el que resume las estrategias anteriores y posteriores al parto: “Ayúdame y te ayudaré”. Ya sabe, esto funciona así: do ut des, que diría un clásico, claro que como los clásicos son tan parcos en palabras, me permito traducirle lo que en realidad quieren decir esas tres: “Espero recibir una compensación por lo que estoy haciendo por ti, si te doy algo quiero recibir algo semejante, del mismo valor”, ¿me explico? Pues así funciona esto. Si no está en disposición de poder dar nada, no espere nada.

Naturalmente, esto tiene una lectura de ida y vuelta; vamos, que lo mismo reza para el que tiene la posibilidad de dar como para el tiene la esperanza de recibir. Si esta ecuación no se iguala y la dádiva y la esperanza son remotas, entonces despídase de tocar pelo; primero hay que demostrar que en la carrera se tiene alguna garantía de ganar. Si no logra despertar esa expectación, mejor que se dedique a hacer vainica, que es una ocupación muy distraída, con poco riesgo y absolutamente inocua, pero si de verdad pretende estar en la lucha, salir del pozo de la oposición, ya sabe lo que tiene que hacer: ir repartiendo sonrisas y estampitas de primera comunión.

Es posible que lo escandalice y le parezca un tanto cínico por mi parte; entiéndame, el cinismo no lo inventé yo, tampoco lo practico; a veces, sí, la ironía y siempre la observación. Permítame que me compare con los vigías de los bosques, esos que subidos a una torre se pasan la vida oteando el paisaje para detectar si hay fuego. No se extrañe, pues, que después de muchos años asomado a la prensa, me huela a chamusquina la más insignificante de las barbacoas, incluidas las legales. Conste que no es ninguna ventaja, es más bien una desgracia porque como mejor se vive es ignorando todo como si estuviera anclado en una oposición que pretende ser eterna. Ir a la guerra con una espada de madera y la tapadera de la tinaja, es un juego de niños. Aquí hay muchísimas cosas importantes en juego, ¿o es que no se había dado cuenta? Si es así, se explica que aún esté en la oposición.