OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Martes 09 de diciembre de 2014
En invierno mandan las noticias de los despachos. No dejan de ser puras estrategias y movimientos, la idea de los taurinos es coger la mayor fuerza posible. En vez de estar preocupados por lo importante, hacer un frente común para poner un muro al ataque de los políticos, pierden el tiempo en lo suyo.
Uno de los últimos ha sido Tomás Entero, que ha decidido fichar al novillero Borja Jiménez. A lo mejor el empresario de Colmenarejo se ha enamorado de su arte, pero bien es cierto que su temporada se ha ido disipando. No se pretende quitar méritos al rubio de Espartinas, con Puerta del Príncipe incluida en Sevilla o su triunfo en Pamplona. Sin embargo, la recta final de su campaña fue discreta y su paso por la Feria de Otoño de Madrid fue un tanto plomiza.
El de Colmenarejo anda en plena expansión. Quiere apoderar al matador de toros, también sevillano, Manuel Escribano, al que le ha lanzado los tejos. Anda deshojando la margarita. También es empresario de la plaza de toros andaluza del Puerto de Santa María. Curiosamente, el padre del novillero con el que acaba de firmar un contrato fue teniente de alcalde del PP en el Ayuntamiento de su pueblo. Aunque no deja de ser un anécdota, tiene sus relaciones y sus amigos en aquella zona. Espartinas es el pueblo del maestro Espartaco. Borja tiene además un gran parecido con su paisano.
Espartaco lidió una novillada en la pasada feria de Cercedilla, donde Entero anduvo digamos que de mediador con el Ayuntamiento para contratar a toreros y ganaderías. Lo que vulgarmente se llama “estar en la sombra”. Que es precisamente donde se encuentra el maestro Ortega Cano. Muy vinculado a Entero últimamente y más que lo puede estar a su salida del talego.
Casualidades o no, Entero se ha hecho con los mandos de la plaza de toros de Mérida, cuyo propietario es Vicente Elices, que a su vez fue el comprador de la finca que el cartagenero poseía en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla). La vida es una casualidad, o no. Todo tiene una explicación. Los tentáculos de esta operación, digo extensión, son amplios, y todo porque Entero es un tipo inteligente capaz de convencer al lo mismo al que vende helados que al repartidor de latas de coca-cola.