A la izquierda, imagen de ‘La Piedad’ de Juan de Ávalos que preside la entrada a la Basílica; derecha, interior del templo. (Foto: A. S.)
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
A pesar del desapacible día, con fuertes rachas de viento, que azota especialmente en la explana de entrada a la Basílica, el miércoles (entrada gratuita a los monumentos de Patrimonio Nacional) son numerosas las personas que visitan el mausoleo de Cuelgamuros. “Creo que las cosas se deberían dejar como están, no hay necesidad de remover el pasado”, indicaba Teresa, una mujer de unos 60 años que forma parte de una excursión más amplia. “La verdad es que es impresionante. Es la segunda vez que vengo, pero me sigue pareciendo espectacular. Otra cosa es lo que significa. No sé muy bien lo que dice la Ley de la Memoria Histórica, pero me parece justo que se pueda conocer también la visión del bando republicano”, señalaba Marcos, madrileño de 62 años que acudía acompañando a unos familiares. Confusión e indiferencia dominan las opiniones de la mayor parte de los visitantes, en un sondeo rápido que tropieza pronto con Kazu, una turista japonesa que conoce bien que el Valle de los Caídos se construyó durante la dictadura de Franco. Con una guía en la mano, incluso habla de las dimensiones de la Basílica, la altura de la Cruz y las esculturas de los evangelistas. “También sé que miles de presos estuvieron trabajando aquí después de la Guerra Civil y que muchos murieron. Es un monumento fascista pero creo que forma parte de la historia y se debe mantener”, indicaba. En la misma línea se expresaba una joven italiana de unos 30 años, a quien la idea de crear una especie de centro de interpretación sobre el franquismo le parece acertada. “Aunque supongo que no todo el mundo estará de acuerdo; es normal, en mi país pasa algo parecido con Mussolini”, añade. Para terminar, Julio, otro madrileño, expresa su rechazo a todo lo que significa el Valle, mientras que José Manuel, quien forma parte de la misma excursión, afirma que a su juicio “es una cuestión de respeto; ni estoy de acuerdo ni dejo de estarlo, pero no me molesta, y creo que hay cosas más importantes de las que ocuparse”. El debate, en definitiva, también está en la calle.