A. Rico
El Faro | Viernes 21 de noviembre de 2014
Aviso previo. No va a ser fácil, pero voy a intentar escribir esta columna conteniendo la risa en todo momento. Espero que ustedes, amados y sufridores lectores a los que supongo desnudos, también la puedan contener (la risa) durante gran parte de su lectura.
Tiene razón ‘Cuatro’ en su propuesta sobre esta serie ¿? titulada ‘Adán y Eva’: la ropa es un artículo añadido que va contra nuestro estado natural; cuando estamos desnudos surge la verdadera persona que somos; al comienzo de los tiempos las individuos iban desnudos, y por eso si queremos volver a ser auténticos debemos desnudarnos. Adán y Eva fueron un interesantísimo experimento sociológico para poder estudiar el comportamiento humano y las relaciones de pareja en condiciones extremadamente naturales. ¿Qué hay más natural que un hombre y una mujer que se encuentran y comienzan a conocerse completamente desnudos en una playa paradisíaca? Iré aún más lejos: ¿Qué hay más natural que un hombre y una mujer maquillados, peinados, depilados hasta la hipodermis, rodeados permanentemente de focos situados a pocos metros por el equipo del programa vestido de propaganda, iluminados artificialmente cuanto haga falta para así poder garantizar la calidad de la imagen, bajo una pértiga con un micrófono situado a pocos centímetros de sus cabezas -(¿dónde si no les podríamos enganchar un micrófono a ellos?, enfocados por una o varias cámaras que están continuamente a su lado, oyendo todo el rato los comentarios y las indicaciones del equipo técnico, que se encuentran y se comienzan a conocer completamente desnudos (¡faltaría más!) en una parte concreta de una playa de Croacia que previamente fue acotada con los correspondientes permisos municipales para poder llevar a cabo la grabación de la edición española del naked dating show ‘Adan y Eva’?
Dicho lo dicho, vuelvo a releer esta columna que, les confieso, he escrito desnudo , y veo que me ha quedado más auténtica, más natural de lo que me había imaginado. Lástima que no tuviera un equipo de ‘Cuatro’ filmándome a un metro de distancia mientras la escribía. Pues así, la columna, además de natural, habría sido un auténtico experimento sociológico.