Por: Wilson Jones (*)
El Faro | Lunes 17 de noviembre de 2014
Pueden ustedes darle mil vueltas, devanarse los sesos buscando el por qué, poner el papel al revés, empezar a leerlo por la izquierda por si así varían los datos, y en último lugar frotarse los ojos o pellizcarse la piel esperando que todo esto sólo haya sido un mal sueño; pueden hacer eso y muchas cosas más, pero su esfuerzo habrá sido en vano y no cambiará nada: la formación de Pablo Iglesias, Podemos, arrasa en las últimas encuestas publicadas. Y cuando digo que arrasa me refiero no a que sube 5 ó 6 puntos porcentuales en intención de voto desde las pasadas elecciones europeas, sino a que, a día de hoy, le está disputando el primer puesto a los dos gigantes (elefantes con pies de barro) de la política española, PP y PSOE. Podemos sigue adelante.
Pueden ustedes seguir escribiendo columnas de opiniones apocalípticas en las que auguran el final de la pluralidad política, de la libertad de prensa, de la libertad de expresión, del derecho de sufragio durante cuatro años, de la democracia, a fin de cuentas, si Podemos alcanza el poder; pueden escribir eso mientras escriben también sobre las cuentas en Suiza, sobre las organizaciones mafiosas que pululan alrededor de las concejalías de Urbanismo de nuestros ayuntamientos; también pueden hacerlo sobre la lacra corrupta que se extiende como una nueva marca negra, tan negra como el dinero que genera. Y escriban que estas mafias, que esos políticos metidos a ladrones (¿o ladrones reconvertidos en políticos?) no ponen en peligro la democracia, ni la pluralidad, no adulteran los resultados de las elecciones ni laceran la poca confianza que aún nos queda en el funcionamiento de nuestra maltrecha democracia. Escríbanlo bien claro en letras mayúsculas. Y mientras tanto, Podemos sigue avanzando.
Pueden ustedes, señores dirigentes de esos partidos que ahora ven su hegemonía peligrar, rasgarse las vestiduras ante los nuevos escándalos que cada día dejan en mera broma pesada el anterior, pueden hablar de los ladrones de sus propias filas como de terceras personas a las que sólo conocían de vista, también pueden hacerse los tontos, los ignorantes (buen bagaje para querer gobernar un país), los traicionados, las víctimas de esos criminales; y mientras lloran y se quieren hacer cómplices de ciudadanos cabreados, pueden lanzar también filípicas contra los que, según ustedes, se aprovechan de la desesperación de la gente; y al tiempo que lo hacen y hablan de populismo, de que así nació el nacionalsocialismo en la Alemania nazi, de que si esos chavistas llegan al poder al día siguiente se producirá una debacle en España, como si nos engullese la tierra de repente, su ratio de confianza baja uno o dos puntos más: la gente no olvida que cuando nadie osaba poner en en duda su hegemonía no hicieron nada por arreglar este tremendo desaguisado, miraban hacia otro lado cuando en el despacho de al lado se estaba urdiendo la fechoría y, si eran pillados, bastaba con apelar a la presunción de inocencia para defender su dudosa honorabilidad. Y ahora, ahora que las encuestas les dan un tremendo varapalo, salen a la palestra y ponen a caer de un burro a quienes han irrumpido con inusitada fuerza en el panorama electoral.Ya casi nadie les cree, y su pataleta tiene el efecto contrario del que pretendían, pues a cada ladrido suyo la formación Podemos avanza un nuevo paso. Pueden ustedes resistirse a cambiar las viejas caras; pueden ustedes ser tan torpes como lo han sido hasta ahora; pueden apelar al miedo; pueden seguir viendo pajas ajenas y no vigas propias. Y mientras sigan haciendo eso, sin duda su popularidad y estima seguirán en caída libre. Son ustedes, aunque no lo crean, los mejores jefes de campaña de Podemos.
(*) La Región de Orense