Opinión

Un castigo ejemplar

El mirador

S. Santos

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Cada día tengo más claro que vivimos en una sociedad tremendamente egoísta. Y para muestra un botón: el otro día pasaba a primeras horas de la mañana por la plaza de Los Belgas de Collado Villalba y me percaté que había dos coches estacionados en la zona reservada a los minusválidos sin que ninguno de ellos tuviese visible la preceptiva tarjeta de identificación.

Los vehículos que estaban infringiendo no sólo la normativa de tráfico sino, lo que aún es más grave, el código moral, eran coches de gran cilindrada y de precio sólo asequible para bolsillos distinguidos. Uno de los infractores salió en aquel momento de la oficina de una sucursal bancaria próxima, abrió con el mando a distancia su flamante automóvil, depositó en su interior una cartera y se marchó con su acompañante a tomar café a uno de los bares de la zona. En ese momento me pregunté si el infractor y quien le acompañaba estarían hablando de negocios o simplemente comentaban la manada desbocada de caballos que tenía debajo del capó el automóvil de marras. ¿O acaso la conversación se centraba en alardear de haber dejado el coche en una zona prohibida, para más inri reservada para personas minusválidas?.Este tipo de individuos, en vez ser ser sancionados económicamente (dinero al parecer les sobra), deberían pasar una semana entera con un minusválido para que vieran lo difícil que resulta su día a día, las múltiples barreras que deben superar y los esfuerzos que tienen que hacer para realizar cosas tan triviales. Tal vez de esta manera respetarían a sus semejantes. Que disfruten de su salud, de su dinero y de sus flamantes vehículos con toda una manada de caballos, mientras miran el ombligo de sus miserias.