David Toledo
El Faro | Viernes 24 de octubre de 2014
Vas por la calle y escuchas sin parar la palabra “democracia”; pones la radio y vuelves a oír la palabra “democracia”, llegas a casa y enchufas la tele y antes de sentarte ya oyes “democracia”. Y yo pregunto: ¿qué es realmente el concepto democracia? ¿está tan deteriorado? ¿se mal utiliza en la mayoría de las veces?.
Hoy día, hay infinidad de “democracias”; las hay participativas parlamentaristas, liberales, de partido dominantes, populares, etc.
También hay sistemas políticos donde ni siquiera se ponen de acuerdo los mejores teóricos en Ciencias Políticas. Pregunto: ¿es Venezuela una democracia?; les recuerdo que Hitler llegó al poder a través de unas elecciones y ya saben en que termino la broma. También hay sistemas, como es el caso del Estado Español, donde en el Parlamento un partido que ostenta una mayoría absoluta, con la cual puede hacer y deshacer lo que le venga en gana. ¿Es esta una democracia o estamos hablando de un sistema totalitario, enmascarado y moderno?.
Creía entender -ingenuo de mi-, que la democracia era aquel concepto donde el pueblo gobernaba, donde la mayoría de los ciudadanos decidían lo que nuestros representantes legítimos tenían que hacer, en nombre del pueblo. Pero me equivocaba. Como decía Jean Jacques Rousseau: “El pueblo inglés piensa que es libre y se engaña; lo es solamente durante la elección de los miembros del Parlamento; tan pronto como estos son elegidos, vuelve a ser esclavo”. Y es que no consigo comprender como un líder político y su propio partido pueden hacer caso omiso a las plegarias de la mayoría de los ciudadanos
¡Tú, líder político! No. Sólo eres y representas lo que la mayoría de los ciudadanos dice que hagas, porque así es la democracia. No eres nada, no eres nadie, simplemente eres el que debe salir a la palestra para defender lo que el pueblo te encomienda. Si no lo haces, como ocurre en la mayoría de las ocasiones, es que no tienes lo suficientemente claro que significa el concepto democracia.
Y todo esto, como hemos podido comprobar últimamente, trae consigo una desafección política tan creciente que los ciudadanos terminan por no verse representados por ningún bando, sea de izquierda, derecha o nacionalista.
Por eso, desde hace algunos años, la cuestión política se ha convertido en un lastre, en una etiqueta negativa para todo aquel que siente o quiere sentir la verdadera política. Les invito desde aquí a la reflexión, reflexión sobre la unidad y sobre la democracia. Solo hay un camino, sin desvíos, sin atajos, y es tan democrático como el concepto “Democracia”. Volvamos a creer en ella y solo así haremos política.