Editorial

Galapagar encuentra en la estabilidad política el mejor aliado para continuar progresando

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Cuando el 30 de septiembre de 2008 se produjo el vuelco que llevó a Daniel Pérez Muñoz a la Alcaldía de Galapagar, tras presentar una moción de censura, no eran pocos los que recelaban del futuro político que aguardaba a este municipio, castigado durante muchos años por la inestabilidad derivada de distintos gobiernos de coalición en los que convivían fuerzas de distinto signo. Sin embargo, lo cierto es que se ha vivido estos años una etapa de relativa tranquilidad municipal, cerrando incluso las heridas que se abrieron en 2007 y que dieron lugar más tarde a la creación del PDG, formación que se integraría luego en el Partido Popular, garantizando un gobierno fuerte y sin sobresaltos, algo a lo que los vecinos de esta localidad no estaban precisamente acostumbrados. De todos es sabido que Galapagar no es precisamente un municipio ‘fácil’, ya que durante muchos años ha dominado un desorden urbanístico al que es complicado de hacer frente; paralelamente, el déficit de infraestructuras respecto a otros pueblos del entorno se hacía cada vez más evidente. Como muestra, todavía queda el recuerdo del Centro de Salud de la calle Guadarrama, que desde un primer momento nació pequeño; afortunadamente, ha sido superado por las nuevas instalaciones sanitarias creadas en el barrio San Gregorio, una zona revitalizada con esta y otras actuaciones. Un proyecto que se financió con cargo al Plan E, mientras en otros ayuntamientos el dinero se destinaba a remodelación de aceras, ajardinamiento y otros trabajos de menor calado. Cierto que no era competencia municipal, pero el Ejecutivo no se entretuvo en disputas, sino que decidió hacer frente a este problema y atender las necesidades de los vecinos de la forma más práctica posible. De igual modo, en este tiempo se ha puesto en funcionamiento una Escuela Infantil en La Navata y un tanatorio-crematorio. Todavía son muchas las carencias, pero es innegable que este municipio serrano ha experimentado un cambio, convirtiéndose en una ciudad más amable, algo de lo que dan cuenta los nuevos parques infantiles -como el situado en la zona posterior de la casa consistorial o el de la renovada plaza del Caño-, las zonas deportivas creadas en distintos puntos de la ciudad o las calles que se han asfaltado en zonas que estaban sin urbanizar, resolviendo así una demanda histórica, porque más allá de las grandes cifras o de los proyectos de relumbrón, el “nuevo Galapagar” al que suele hacer referencia el alcalde también se encuentra en el día a día de sus ciudadanos.