El mirador
Víctor Corcoba
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
De un tiempo a esta parte, los observatorios, de todo y para todo, se han puesto de moda. Su creación está a la orden del día. Ante el más mínimo problema, nacen los equipos de observadores, dispuestos a poner orden en la realidad. Es lo que vociferan a los cuatro puntos cardinales. Esto que, en un principio puede parecer un sensible método de conocimiento de una situación, al final suele quedarse sólo en buenas intenciones.
Por aquello de que la familia es célula en la sociedad y una relación de amor gratuito entre sus miembros, me centraré en los observatorios últimos creados al efecto. Ténganse en cuenta que si la familia natural se entiende, hablo naturalmente del matrimonio formado entre un varón y una mujer, la sociedad también cohabita mejor. Quizás si esto lo tuviésemos claro, aplacaríamos nuestros conflictos actuales. Caminar contra natura es un mal rumbo para la concordia. En un tiempo se creó el observatorio de la infancia, pero el maltrato infantil sigue disparándose, sus políticas sociales son escasas, poco se hace por mejorar los hábitos alimenticios, de consumo y de ocio no adecuado, como lo demuestra que cada día son más los niños que caen en las redes del mundo de las drogas y otras adicciones.
En la misma línea también se creó el observatorio estatal de violencia sobre la mujer, un órgano colegiado interministerial, incapaz de erradicar la violencia de género. Ahora se nos anuncia otro nuevo observatorio, el de la convivencia escolar, para luchar contra el ascendente acoso colegial y favorecer en entendimiento pacífico y solidario en los centros educativos. Como parece percibirse, ante una contrariedad social, se pone en funcionamiento un observatorio del que, hoy por hoy a mi juicio, se perciben pocos resultados positivos.