Opinión

Jubilación, inquietud y zozobra

Joaquín Rábago

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ruhestand” (literalmente: estado de tranquilidad) es la palabra alemana equivalente a la nuestra de “jubilación”, que, como todo el mundo sabe, viene de “júbilo”. Y, sin embargo, en muchos casos, ni una cosa ni la otra es cierta: la jubilación no trae tranquilidad, sino inquietud y zozobra a quien llega a la edad reglamentaria, ni le produce tampoco alegría. Cada individuo es un mundo.


Mientras en Alemania los socialdemócratas han conseguido adelantar provisionalmente la edad de jubilación a los 63 años para quienes hayan trabajado un número suficiente de años antes de que suba a 67 con carácter general, se ha abierto en este país un debate sobre la conveniencia o no de dejar más libertad a los trabajadores para fijar ellos mismos el límite de su vida laboral. El propio marido de la canciller Merkel, químico cuántico de profesión, ha optado por seguir trabajando más allá de los 65, que ya ha cumplido, y quiere continuar investigando tres años más en la Universidad de Humboldt, en Berlín.

En la última década, según las estadísticas, se ha doblado en Alemania el número de personas que continúan trabajando pese a haber alcanzado la edad reglamentaria: cerca de un millón, se calcula, y la tendencia es a seguir aumentando. Muchas siguen ejerciendo su profesión, mientras que otras se reinventan. Curiosamente, por regla general son esas personas las más satisfechas con su vida laboral, mucho más que las más jóvenes.

Hay por desgracia, sin embargo, también muchos casos en los que el trabajador no puede permitirse, por razones económicas, limitarse a cobrar una pensión, como ocurrió con una alemana que recurrió sin éxito al Tribunal Europeo de Luxemburgo para defender su derecho a seguir limpiando suelos. Tras toda una vida de trabajo, solo le había quedado una pensión de 228 euros.

Los motivos que aducen muchos trabajadores para que se flexibilice la edad de jubilación tienen que ver sobre todo con el placer que sigue proporcionándoles el trabajo, la necesidad de seguir sintiéndose útiles y mantenerse activos mentalmente. El beneficio potencial no es sólo para los trabajadores, sino también para las empresas, y así algunas del sector del automóvil, como BMW o Daimler, están reactivando a algunos de sus pensionistas. Ocurre, sin embargo, que según la legislación actual si una empresa decide seguir empleando a un trabajador más allá de la edad legal, tiene que ser con carácter indefinido, por lo que normalmente se recurre en esos casos a una firma externalizada o se le contrata para un proyecto específico.En cualquier caso, entre los alemanes la continuidad en el trabajo más allá de los 60 es hasta cierto punto un privilegio de las personas de más alto nivel de formación. Dos tercios de los titulados superiores siguen trabajando entre los 60 y los 64 años, mientras que entre quienes no acabaron su formación profesional sólo uno de cada cuatro sigue activo.