El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El pasado jueves se consumó en el pleno celebrado en Collado Villalba la marcha del grupo municipal socialista de Rosana Crespo y Luis García del Hueso, que pasan a figurar como concejales no adscritos, dejando al PSOE en mínimos históricos: apenas cuatro ediles, frente a los 14 de la pasada legislatura. La ruptura, en todo caso, venía de lejos, incluso antes de que la candidatura de Juan José Morales se impusiera a la de Crespo en la lucha por ponerse al mando de la Agrupación Socialista villalbina. La que antaño fue conocida como ‘Aldea Gala’, por aquello de ser uno de los pocos feudos del PSOE en una zona dominada mayoritariamente por el Partido Popular, ha sido arrasada por los propios socialistas, que tienen ante sí la complicada labor de recomponer su proyecto de cara a las próximas elecciones municipales que se celebrarán en 2015, tarea que se encontrará además con el obstáculo del avance tanto de Izquierda Unida como de Podemos, además de la consolidación de UPyD.
Resulta sintomático además que este lamentable episodio, en el que de fondo está el reparto de los salarios que perciben los concejales por las tres liberaciones a las que los socialistas tienen derecho, venga protagonizado por quienes durante mucho tiempo fueron dos de los más fieles subalternos de José Pablo González, alcalde durante 12 años que a la postre acabó hundiendo al propio PSOE, además de dejar una ruinosa herencia en forma de millonaria deuda en el Ayuntamiento, con la obra del túnel-parking de Honorio Lozano como el mayor de los muchos despropósitos cometidos. En ese contexto, llama la atención que Rosana Crespo hable de “falta de proyecto político”, sin que en ningún momento ella -que tuvo una gran oportunidad en la campaña de las primarias locales a la Secretaría General-, ni tampoco Luis García del Hueso, hayan sido capaces de pedir perdón a los ciudadanos por su gestión durante los años en los que formaron parte de un Gobierno que ha dejado un rastro de endeudamiento y despilfarro.
La descomposición del PSOE es la crónica de una fractura anunciada, y no deja de ser una más de las nefastas consecuencias del ‘josepablismo’. Ahora, tras alcanzar apenas un 18 por ciento de los votos en las pasadas elecciones europeas, el socialismo villalbino ha de hacer examen de conciencia, actuar con determinación y emprender un nuevo rumbo -lejos de los vicios de un pasado aún demasiado reciente- si quiere evitar que la caída sea aún mayor.