J. Ollé
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Es sabido que el verano es menos pródigo en noticias que las estaciones frías. Despedimos la primavera con tres grandes titulares: la abdicación del Rey, proclamación de su hijo y ridículo de la ‘Roja’, única institución que reúne en una misma voluntad a madrileños, vascos, catalanes y otras gentes de nuestra piel de toro: el gran tema que podría habernos tenido felizmente idiotizados un mes se nos ha ido al garete y tuvimos que dedicar nuestra atención a asuntos menores, como el meteórico y chapucero (Posada dixit) aforamiento de Juan Carlos; la cosa dio de sí algunos días, pero ahí se ha quedado.
Que los socialistas anden ahora mendigando un líder también nos aburre, por reiterado, como lo de Urdangarín y Cristina; pues todos ellos están pasando por malos momentos y no es elegante hacer leña del árbol caído. Por cierto, el otro día supimos que, así como Cristina protegía, presuntamente, a Iñaki, también la mujer de Oriol Pujol podría haber hecho causa común con su esposo. ¿Qué más quisiéramos? ¡Constitucionalistas y plebeyos soberanistas en un mismo y transversal paquete! ¿Quién da más?
El ansiado monstruo del Lago Ness nos llegó como la derrota de la ‘Roja’ y la samba de Brasil, cuando el uruguayo Luis Suárez propinó un tremendo mordisco al defensa italiano Chellini. ¡Canibalismo deportivo: la bomba! Tanto que Mújica, el muy austero presidente de Uruguay, lanzó un durísimo alegato a los superpoderosos dirigentes de la FIFA, en forma de insulto de dimensiones mucho mayores que la casucha en la que vive, por castigar al héroe nacional con cuatro meses, no poder representar a su país en nueve partidos internacionales e imponerle una multa que, si no fuera futbolista, le podría destrozar la vida.
Pero lo realmente grave es que el Barça de Zubizarreta y Luis Enrique bebía los vientos por el delantero, y que exactamente un segundo después del tercer mordisco del uruguayo -¿continuarán estas mordidas?- cuando el multimillonario mercado futbolístico se travistió en debate moral. ¿Es bueno alistar a un elemento no ejemplar para hijos y nietos a cambio de muchos posibles goles? ¿Conviene a los barcelonistas tras los problemas que les han acarreado los ‘mordiscos’ de Messi senior y Neymar junior, enredar en más líos mandibulares?
Luis Suárez como el Rey Juan Carlos, ha hecho público propósito de enmienda. Chiellini no solo ha perdonado a su agresor, sino que considera excesivo el castigo. Desde luego muchos españoles no seríamos tan comprensivos con las ‘mordidas’ de nuestros reyes, infantas ni políticos soberanistas y nos encantaría que, si se lo merecen -y parece ser que sí-, el árbitro aplicase escrupulosamente el reglamento. Nos tememos lo peor.