Antonio Rico
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Los telespectadores y TVE estamos a partir un piñón. Esta sintonía ha permitido que ambos en comandita mandáramos a la porra El pueblo más divertido antes de que el daño fuera irreparable. Ya vimos hace menos de un mes cómo TVE dio el primer paso estrenando este birrioso programa con una salida en falso en la que aún no concursaba ningún pueblo.
Así, tras aquella penosa visión del ya de por sí penoso Gran Prix, ningún espectador en su sano juicio quería volver a ver El pueblo más divertido y pasaría desapercibida la lamentable imagen que el programa ofrece en las localidades participantes y a sus habitantes. Luego fuimos los telespectadores los que hicimos nuestra parte y el programa tuvo una audiencia más que discreta. O sea, que la audiencia se comportó con discreción, reserva, prudencia y circunspección. Resultado: apenas lo veían cuatro despistados poco discretos. Luego vinieron los problemas. El presidente de RTVE tuvo que pasar un mal rato explicando en el Congreso qué pasaba con este carísimo espacio. Mariló Montero (que cuando le bajaron el sueldo en Las mañanas se puso en plan guay y dijo públicamente que lo comprendía, pero que con El pueblo más divertido le pagaban 13.000 euros por programa -y no se le ocurrió ponerse guay diciendo públicamente que lo comprendía-) señalado, ante lo mal que iba el programa, que “es una tragedia, estamos todos llorando”.
Retirado del horario de máxima audiencia y desterrado más allá de las madrugadas, para Mariló será otro disgusto, pero a lo mejor se le pasa un poquitín cuando vea que le siguen pagando 13.000 euros por gala. Seguro que, como la audiencia, ella también opta por comportarse con discreción, reserva, prudencia y circunspección. Toma el dinero y calla.