El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Cierto es que el impacto causado tras los resultados obtenidos por Podemos en las pasadas elecciones europeas ha dado mucho que hablar, de ahí que muchos se pregunten qué pócima mágica ha provocado este éxito. La receta ha sido muy sencilla: aglutinas varios movimientos ciudadanos surgidos del descontento y la crisis económica, estilo 15-M, añades unas gotas radicales antisistema, un chorreoncito de votantes de izquierda desilusionados de IU y PSOE, los agitas, lo sirves muy caliente en un buen estudiado y mejor realizado marketing y obtendrás algo más de un millón de votos.
Nada de programa mínimamente realizable, mucha demagogia y popularismo y mensajes radicales dirigidos a un público muy concreto y ansioso de escuchar determinados discursos. El modelo: la república venezolana del chavismo, de donde han recibido 3,7 millones de euros, vía fundación Pablo Iglesias (Centro de Estudios Políticos y Sociales ‘CEPS’), según desveló el diario El País (17-06-2014).
Las elecciones europeas, recientemente celebradas, añaden un afecto determinante: los españoles no le damos a estos comicios la importancia que merecen, no somos conscientes aún de los efectos directos que sus resultados puedan tener en nuestras vidas. La abstención de los tradicionales votantes del PP y PSOE, en una especie de castigo por descontento, suele favorecer generalmente a los partidos pequeños cuyos votantes son más fieles y conscientes de la importancia de acercarse a los colegios electorales. La abstención no gana elecciones, más bien favorece que las ganen otros. Hay que aprender esa lección.
Pablo Iglesias, el líder de Podemos, profesor universitario de ideas radicales de izquierda que en ocasiones ha llegado a justificar algún grado de violencia, es un buen comunicador, acertó en el nombre del partido, sacado de un eslogan deportivo pegadizo y muy popular, y ha aprovechado con inteligencia las muchísimas oportunidades que le han dado las televisiones (sobre todo Cuatro y La Sexta), quizás poco conscientes del fenómeno político que estaban impulsando.
El techo electoral de Podemos seguramente lo ha alcanzado con ese millón doscientos mil votantes que les respaldaron en las urnas el pasado 25 de mayo. Pienso que han sido todos los que son y que no hay más, pero la torpeza de los dos grandes partidos (PP y PSOE) y su empecinamiento en no hacer políticas de estado conjuntamente, que aborden problemas graves como el separatismo, un sistema educativo consensuado que asegure su durabilidad y una nueva ley electoral pedida a gritos desde hace tiempo por la mayoría de los españoles, puede volver a auparlos en las próximas elecciones municipales.