Editorial

Turismo y conservación en el primer aniversario del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama ha cumplido esta semana su primer año de vida, un aniversario que se presenta con el reto de saber conjugar los criterios de conservación y protección -que a fin de cuentas son los que motivaron su declaración- con la realidad de ser ya el enclave natural más visitado de la red de parques, con unas 3,5 millones de personas al año, hecho en el que influye decisivamente su cercanía a una gran capital como es Madrid, hecho excepcional no sólo en España, sino en buena parte de Europa.


Es evidente que existe una presión importante en términos poblacionales, y por eso se hace imprescindible establecer los mecanismos adecuados de control para evitar que los ecosistemas protegidos se vean alterados. Pero tampoco hay que abundar en un alarmismo injustificado, hablando de forma indiscriminada de masificación. Resulta más útil tratar de compatibilizar conservación y un turismo de naturaleza que sea responsable. La Pedriza, el Puerto de Navacerrada o la Fuenfría ya eran lugares visitados por miles de personas antes de la declaración del Parque Nacional, sin olvidar que el guadarramismo históricamente siempre ha tenido en cuenta la acción del hombre y su indudable peso en esta zona, como demuestran hitos como la calzada romana de Cercedilla, vestigio de una época en que la Sierra de Guadarrama era uno de los grandes ejes de comunicación en el centro de la Península. Pero el hecho cierto de que sean muchos quienes acuden a esta zona, especialmente los fines de semana, no puede servir para poner en duda los aspectos positivos de su declaración como Parque Nacional. Más cuestionable sería si, como a veces está ocurriendo, se presenta este espacio casi únicamente desde un punto de vista turístico, aunque en este sentido cabría añadir que esto encaja en la óptica del desarrollo sostenible que demandan los distintos municipios del entorno, desde Guadarrama a El Boalo, pasando por Manzanares, Cercedilla, Los Molinos, Navacerrada, Rascafría o Becerril. En este sentido, todos, independiente del signo político del Ayuntamiento, trabajan en esa dirección, del mismo modo que lo hacen comerciantes, pequeños empresarios y asociaciones. Porque también de ese trabajo depende que el Parque Nacional sea un elemento vivo y no un mero escaparate, con una importancia contrastada desde el punto de vista medioambiental, pero también con unos valores culturales e históricos que han de aprovecharse para hacer que la naturaleza -siempre con el máximo respeto, pero también con todas las oportunidades que ofrece- sea el valor que mejor defina el pasado, el presente y el futuro de la Sierra de Guadarrama.