INTERINO
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
“Hace algunas semanas comentaba aquí, en plan jocoso, la sensación que daría un ‘lobo’ dentro de un confesionario y fuera de él, arrodillada, una oveja liberando sus pecados al confesor, y al respecto apostillaba: Loca es la oveja que al lobo se confiesa. Bien, prosigue Lobo Cojo, aún así algunas candorosas ovejitas siguen acudiendo a este enclave situado en la rotonda de la carretera de Navacerrada para confiar a este lobo, más viejo que feroz, sus dudas e inquietudes ¡ah!, y puedo asegurarles que ninguna tenía pinta de loca ni tampoco de descarriada. Bien, una de estas dulces e inocentes ovejitas, sensibilizada -¡cómo no!- por las connotaciones electoralistas del momento, me decía: ‘fijate, por ejemplo, en el Cordel de Valladolid, calle recientemente asfaltada y donde, supongo, debido a las prisas, la empresa encargada de acondicionarla dejó los sumideros de las alcantarillas más de cinco centímetros por debajo de su nivel, lo que originó la inmediata protesta de los automovilistas. ¿Solución? Ayer vi a un obrero, provisto de pico y pala, levantando parte del asfalto para,supongo, así poder construir las arquetas necesarias para que las citadas rejillas terminen quedando a su nivel. Y yo te pregunto, amigo Lobo: ¿acaso no hubiese sido más fácil y menos costoso realizar este trabajo antes de proceder a extender la capa asfáltica?’. Supongo que sí, amiga, pero como todas estas obritas de lavado de cara se dejan para el final de legislatura, pasa lo que pasa. Ya decía Quevedo: España y yo somos así... Señora”.