J. Nevado
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Felipe González es un político -otro más- muy suyo. Se equivoca como todos pero no suele admitir los errores. Se limita a escabullirse y dejar que la niebla y el sol, según las estaciones, den cuenta de sus palabras. Hace un par de semanas, en una entrevista concedida a La Sexta se mostró favorable a un gobierno de emergencia PP-PSOE si las circunstancias lo aconsejaran, aunque matizó “no veo en el horizonte esa posibilidad”. Y, como era de esperar, se montó un gran alboroto.
La intriga del caso, sin embargo, estaba en por qué González pronunció estas palabras aparentemente a destiempo y, luego, por qué se arrepintió en público de haberlas dicho.
Veamos, en este país nuestro, el Gobierno trata de silenciar en los medios de comunicación y redes sociales todos aquellos temas que no les interesa. Uno de ellos es el de Cataluña, una comunidad que cuenta con una tripulación amotinada y dirigida por un capitán determinado a desobedecer al almirantazgo. Pero el alto mando no hace lo suficiente para apaciguar los efectos de su largo trago de ron independentista y por ello la ‘melopea’ segregadora crece. No hay catalán consciente e informado que no traiga el recado de que lo que allí se cuece es gordo. Tanta es la preocupación (expectación también), que sus efectos llegan desde hace meses a cancillerías extranjeras y grandes centros de análisis y pensamientos políticos y económicos del mundo. Y es que una de las peores consecuencias del nacionalismo es el separatismo que, por cierto, está creciendo en Europa insospechadamente y que amenaza con trastocar la hoja de ruta de Cataluña.
Lo que ocurre en Ucrania y alrededores, el despertar de numerosos nacionalismos dentro de la vieja Europa, el referéndum escocés y la ‘fiesta’ catalana parece demasiado importante como para mirar para otro lado.
Quizás en todo esto pensaba el ex presidente Felipe González cuando soltó aquello de emergencia nacional. Igual es un adelantado de los politólogos que anticipan los desastres que puedan producirse el próximo 9 de noviembre en Cataluña. En cualquier caso la preocupación del veterano político socialdemócrata es para tenerla en cuenta. ¿A quiénes beneficia tener a Cataluña en la ‘fresquera’?.