Jacinto Segurola
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Alo largo del siglo XX España contó en repetidas ocasiones con iniciativas legislativas encaminadas en censurar el trabajo de los periodistas. Diferentes gobiernos de distinto signo siempre prestaron especial atención al control informativo. No solo las dictaduras militares evidenciaron su preocupación por si las informaciones perjudicaban al poder establecido. Tampoco el breve paréntesis republicano fue todo lo abierto que cabía esperar.
Todos quisieron intervenir abiertamente en los medios de comunicación. Ninguno creyó en la transparencia informativa como un derecho fundamental del ciudadano.
Como saben muchos de nuestros lectores el pasado 3 de mayo se celebró el Día Internacional de la Libertad de Prensa, una fecha que hace referencia a la llamada ‘Declaración de Windhoek’, un seminario celebrado en Namibia en 1991. Allí se concluyó que una prensa independiente, pluralista y libre es indispensable para el desarrollo democrático y económico de un país. A este respecto, Malen Aznárez, Presidenta de Reporteros Sin Fronteras ha dicho que “la libertad de prensa en España ha ido a peor en los últimos años, apuntando entre una de las causas a la precariedad laboral que vive el sector. Un periodista con miedo es una presa facilísima para la autocensura”. En cuanto a las causas externas, Aznárez ha señalado muy directamente a la clase política, no solo por las mal llamadas ruedas de prensa sin preguntas, sino también por la ley de Seguridad Ciudadana, “un obstáculo para la libertad de prensa, una espada de Damocles sobre la información que se hace en la calle”.
Con todos estos inquietantes antecedentes resulta bastante comprensible la estimación que al respecto se vienen haciendo actualmente en nuestro país sobre la libertad de prensa, calificada como la peor desde el inicio de la democracia. “Después de un leve y constatable descenso, escribe el periodista asturiano Javier Neira, a partir de 2008 el panorama ha empezado a empeorar de forma rápida. Y ahora nos situamos en el nivel de naciones como Ghana, Surinam o las Islas Salomón”.
El estudio de referencia ha sido realizado por Freedom Huse, una organización independiente, multifinanciada por el gobierno de EE.UU. “Entre los tantos negativos -a cifras más elevadas, peor- figuran 14 puntos que se refieren a las trabas impuestas por el poder político, 8 por condicionantes de carácter económico y 6 a limitaciones legales a la libertad de informar”. La directora del programa de investigación, Karin Deutch Karlekar, ha dicho que “España sigue siendo un país con libertad de prensa, pero está muy cerca de ser un país con libertad de prensa parcial. De hecho este es un debate que este año hemos tenido por primera vez. Aunque al final no lo hicimos, nos planteamos seriamente bajar a España de categoría a zonas donde se encuentran naciones como Argelia, Guatemala, India o Mongolia. Es verdaderamente preocupante el empeoramiento constante que hemos visto, especialmente en los cinco últimos años”.